Ex-aliados de Bolsonaro detalham modus operandi do “gabinete do ódio” Nomeações na PF geram especulações sobre o futuro da autarquia

Ex-aliados de Bolsonaro detalham modus operandi do “gabinete do ódio”


No inquérito que apura esquema de notícias falsas e ataques a ministros do Supremo Tribunal Federal (STF), deputados federais que foram aliados do presidente Jair Bolsonaro forneceram detalhes sobre o modus operandi do chamado “Gabinete do Ódio”.
Trata-se de uma estrutura que desfere ataques ofensivos a diversas pessoas, às autoridades e às instituições, com conteúdo de ódio, subversão da ordem democrática e incentivo à quebra da normalidade institucional.
A partir dos depoimentos dos deputados, o relator do inquérito, Alexandre de Moraes, afirmou que provas colhidas e laudos periciais apontam para a real possibilidade de existência de uma associação criminosa dedicada à disseminação de fake news – o “Gabinete do Ódio”.
Coordenação feita por assessores
O deputado federal Heitor Freire (PSL-SP) citou os nomes de Matheus Sales, Mateus Matos Diniz e Tercio Arnaud Tomaz como principais integrantes do “Gabinete do Ódio”. Sales e Arnaud são assessores especiais da Presidência da República e Diniz é assessor da Secretaria de Comunicação Social (Secom). Os três são próximos ao vereador Carlos Bolsonaro (Republicanos-RJ) e despacham no Palácio do Planalto.
Carlos é o filho zero dois do presidente e está na linha de frente do confronto e do tom beligerante da família nas redes sociais. O vereador é tido como o responsável pelas estratégias para as mídias digitais.
Freire disse que a atuação é regionalizada, com vários colaboradores nos diferentes estados, a grande maioria sendo assessores de parlamentares federais e estaduais. O uso das estruturas públicas para fins político-ideológicos foi detalhado pelo deputado.
Em seu depoimento, ele afirma que esses assessores parlamentares administram diversas páginas nas redes sociais, incluindo grupos de Whatsapp, e por meio dessas páginas divulgam postagens ofensivas, quase sempre orientados pelo trio de assessores da Presidência.
Por sua vez, o deputado Nereu Crispim (PSL-RS) disse ter percebido que o movimento se organizava para atacar incessantemente a honra de qualquer pessoa que ousasse discordar da orientação do que chamou de “grupos conservadores extremistas”.
Segundo ele, a desmoralização do Supremo, do Senado e da Câmara visava pregar a desnecessidade de existência dessas instituições e, assim, alcançar uma ruptura constitucional.
Dois deputados que foram aliados de primeira hora de Bolsonaro, Joice Hasselmann (PSL-SP) e Alexandre Frota (PSDB-SP), reiteraram as acusações que já vêm fazendo no âmbito da Comissão Parlamentar de Inquérito (CPI) das fake news, que funciona no Congresso Nacional desde o ano passado.
Coordenação nas redes sociais
Joice, que foi líder do governo do Congresso, afirmou que a organização atuava de forma coordenada nas redes sociais. “Quando surgia alguma postagem ou hashtag ofensiva ao STF ou algum de seus membros, um dos integrantes do grupo retransmitia e em questão de minutos isso era disseminado pelas redes sociais e para inúmeros outros grupos, seja pela atuação de integrantes da organização, seja por utilização de robôs”, afirmou Joice.
Segundo ela, a cúpula dessa organização trabalha com a construção de narrativas e estuda os canais mais eficazes para sua rápida divulgação, contando para isso com o chamado “efeito manada”.
Ao reiterar a tese de uma coordenação nacional, Frota afirmou que a disseminação quase que simultânea, em diversos perfis do Twitter, de estados muito distantes, e com textos idênticos, é prova cabal da utilização de robôs.
Ele indicou que residência situada na QL 19, em Brasília, ocupada atualmente pelo blogueiro Allan dos Santos, pode ser a “sede” da milícia de ataques virtuais. No lugar funciona um estúdio do site “Terça Livre”, que veicula conteúdos de extrema-direita favoráveis ao presidente Bolsonaro.
O deputado Heitor Freire exemplificou a coordenação dos ataques com o vídeo que compara o STF  a uma hiena que deveria ser fustigada por um leão, representado pelo presidente Bolsonaro. De acordo com o deputado, a postagem ocorreu de forma quase simultânea em diversas páginas do Facebook.

Amor y miedo a morir en tiempos de coronavirus



Un hombre camina por un túnel de desinfección instalado fuera de una estación de metro en Escobedo, Nuevo León, México, el 29 de marzo de 2020 como una medida preventiva contra la propagación del nuevo coronaviru. (AFP / Julio Cesar Aguilar)


Amor y miedo a morir en tiempos de coronavirus


París --  Hace tiempo que asumí que algún día sucumbiría a una infección pulmonar. Un brote casi mortal de tuberculosis cuando tenía cuatro años dejó mis pulmones vulnerables a los patógenos, tanto bacetarianos como virales. He sufrido dos veces neumonía y es raro que me pueda deshacer de la bronquitis sin tomar antibiótico. Sólo era cuestión de tiempo, pensé, antes de que un bicho desagradable se metiera en mis bronquios envejecidos y se quedara ahí.

is bronquios envejecidos y se quedara ahí.






Cuando observaba al coronavirus extenderse desde la zona cero en el centro de China e informaba sobre los perfiles de riesgo que surgían de los primeros grupos de datos, sentí que me convertía en un blanco fácil: hombre, 64 años de edad, con sobrepeso, propenso a la infección pulmonar. 
Y al ver que el virus me reducía en un tembloroso y febril caos en menos de una hora - el tiempo que me llevó editar un pregunta respuesta de AFP  sobre las tasas de mortalidad de COVID-19 - pensé para mí mismo: "Ya está, me llegó la hora".  

El miedo a morir es altamente subjetivo. Pensar en tomar un vuelo comercial - el medio más seguro de traslado masivo - puede aterrorizar a la misma persona cuyo pulso apenas se mueve en un incendio. Pero eso no hace que algún temor sea menos real. Cuando este se desborda como en una inundación o en un tsunami puedes sentir que te estás ahogando. 
En retrospectiva, sé que nunca estuve cerca de la puerta de la muerte. Sufrí un dolor insorportable y fiebres implacables de 40 grados centígrados por 12 días  mientras estaba aislado en casa, pero mi cuerpo estaba firme. Mis pulmones se infectaron con una mezcla de virus y bacteria, pero sin provocarme el síndrome respiratorio agudo. 
Viendo hacia atrás, en realidad no tenía que preocuparme. Pero en ese momento era diferente. El virus jugó con mi cuerpo y se metió con mi mente.
Un empleado hace un ataúd en la fábrica Yagon González en Pinor, al noroeste de España, el 14 de abril de 2020. (AFP / Miguel Riopa)
Yo lo sabía y los doctores me alertaron de que las cosas podrían ponerse peores una semana después de que aparecieron los síntomas. Conté los días reprimiendo una creciente sensación de temor. Pero en el sexto día me sentí mejor. La temperatura bajó por primera vez por debajo de los 38 grados centígrados, el dolor del cuerpo cesó. Me permití echar una mirada a la luz al final del tunel.
Al siguiente día, el virus volvió golpeándome como un mazo y siguió haciéndolo por cinco días.

¿Cómo podría abandonar a mi compañera de vida por 35 años en una coyuntura de nuestra historia cuando parecía tener en las manos un profundo tipo de felicidad? 
Y ¿cómo se lo diría a mi hija mayor de 22 años? La falta de oxígeno al nacer la dejó incapaz de sumar 1+1 o de caminar por la calle sin alguien a su lado, pero tiene una inteligencia emocional y capacidad de empatía desmesuradas. El año pasado corrí a su habítación y la encontré sollozando, algo que nunca hace. Me miró con los ojos llenos de lágrima y me dijo: “Michael Jackson está muerto”. De alguna manera, diez años después de que el rey del pop pereciera, ella había captado el sentido de la muerte. ¿Con qué palabras podría hablarle sobre mi propio deceso? No había ninguna. Estaba perdido. Y ¿qué difícil iba a ser separarse de su hermana que se preparaba para ir a Londres a su primer año de universidad, cuando finalmente podía compartir cosas maravillosas después de una adolescencia complicada? Y ¿cómo podría abandonar a mi compañera de vida por 35 años en una coyuntura de nuestra historia cuando parecía tener 

(AFP / Boris Horvat)
Este fue mi momento más oscuro. Mi pecho se agitaba de manera incontrolable con los ataques de tos. Para mi doceavo día de calvario estaba desesperado y exhausto.
La mañana siguiente, me faltaba el aliento. Me desplacé hasta mi médico, un mago con estetoscopio. Me confirmó que mis pulmones estaban obstruidos y me recetó algunos antibióticos para lo que creía que eran infecciones secundarias. Apenas pude volver al apartamento. Finalmente decidí que tenía que llamar al 15, el equivalente francés al 911 en mi país, Estados Unidos. en las manos un profundo tipo de felicidad? 
La mañana siguiente, me faltaba el aliento. Me desplacé hasta mi médico, un mago con estetoscopio. Me confirmó que mis pulmones estaban obstruidos y me recetó algunos antibióticos para lo que creía que eran infecciones secundarias. Apenas pude volver al apartamento. Finalmente decidí que tenía que llamar al 15, el equivalente francés al 911 en mi país, Estados Unidos.
Yo sabía muy bien que el servicio de emergencia  y las unidades de cuidado intensivo de Francia estaban llenos. En algunas regiones estaban desbordados, y la cifra de muertos subía diario. Me llevó 20 minutos esperar que me contestaran. Después de muchas preguntas, y pausas para consultar a un doctor, me dijeron que un equipo de la Cruz Roja estaba en camino hacia mi departamento.
En media hora, una mujer y dos hombres - todos veinteañeros -  con equipo de protección de la cabeza a los pies, estaban al lado de mi cama.  Después mi esposa me dijo que eran voluntarios. Uno le había dicho que la gente estaba muriendo de ataques cardiacos antes de poder llamar a la línea de emergencia.
Los paramédicos checaron mis niveles de oxígeno, mi respiración, tomaron mi temperatura, escucharon mis pulmones. Más llamadas al los médicos. Entonces el líder me hizo una sorpresiva pregunta: ¿Usted quiere ir al hospital?" Le respondí: "Esa no es mi decisión". Pero el insistió. Le dije: "La verdad, me sentiría más tranquilo".  

Finalmente fui transferido en ambulancia al Pitié Salpetrière, un gran hospital universitario cercano a mi casa en el distrito 13 de París. Salí de mi departamento en silla de ruedas y me despedí de mi familia preguntándome si las volvería a ver.
Pocos minutos después llegué a un lugar que reconocí como el ala de emergencias del hospital, que había sido convertida en una unidad de detección de COVID-19. Habían instalado un puesto de recepción cerca de la entrada, donde me registraron. Durante esos 15 minutos, otros seis o siete pacientes llegaron en ambulancia.
Me llevaron en camilla al edificio principal, donde esperé otros 45 minutos en un espacio abierto con muchos otros que iban llegando, la mayoría gente de color, en sillas de ruedas y en camillas. Finalmente fui transferido al privado número 8, un espacio con solo un lavabo y una silla. Una enfermera y un paramédico de ambulancia vinieron 30 minutos después para extraerme sangre y ponerme un cateter en una vena que les permitiera colocarme un goteo itravenoso. El paramédico miró el dorso de mi mano y se negó. "¿Quieres hacer esto?", preguntó a la enfermera. "No. Necesitas practicar", le respondió. "¿Tu crees?, no tengo mucha experiencia", dijo él. "Que bueno que tienes a tu conejillo de indias", respondí. Después fue el famoso examen PCR (prueba de proteina C reactiva) para ver si tenía el virus. Otra enfermera me metió un bastoncillo en la naríz y lo giró. Un par de horas después estaba en silla de ruedas rumbo a un examen TAC (tomografía computarizada).
Un trabajador médico ve su teléfono fuera de una tienda de ingreso de emergencia instalada en el hospital La Pitie-Salpetriere de París, el 27 de marzo de 2020. (AFP / Stephane De Sakutin)
En tres horas llegaron todo los resultados. Por fin un médico vino y me dijo que tenía el virus, y que sería transferido a otras área del hospital. Cuando eso pasó, me encontré en un cuarto privado con baño propio y regadera. Me sentí en la opulencia. Todos fueron amigables, atentos y profesionales,  desde el personal de limpieza, que trapeaba el piso dos veces al día, hasta el médico que venía al menos una vez diario. Por supuesto que todos traíamos cubrebocas. Empecé dos tratamientos de antibióticos y me revisaban cada tres horas los signos vitales, especialmente la saturación de oxígeno y el ritmo de la respiración. 
Una vez instalado, me sentí abrumado por el alivio. Estaba en el lugar correcto. El sistema de salud de Francia - identificado en 2000 por la Organización Mundial de la Salud como el mejor del mundo - ha sufrido desde entonces debido a los duros recortes presupuestarios. Pero sigue siendo de clase mundial, y más igualitario que la mayoría. Lo dije en un Twitter.

Déjenme decirlo otra vez: me siento afortunado de estar vivo.
 
Me sentí profundamente conmovido de cuantos amigos, colegas y contactos profesionales respondieron con palabras para animarme.
Y algo sorprendente sucedió: docenas, luego cientos y al final miles de personas en Francia le dieron "like", dieron retuit o respondieron mi Twitter. Muchos expresaron agradecimiento por mi comentario diciendo que muchos franceses sabían los afortunados que eran.  
El mismo sentimiento surge cada noche cuando los parisinos se paran en sus ventanas aplaudiendo y golpeando ollas para saludar a sus heróicos trabajadores de la salud.
Habitantes aplauden junto con otras personas en todo el país a las 20:00, para mostrar su apoyo a los trabajadores de la salud en París, el 14 de abril de 2020. (AFP / Martin Bureau)
Envié el tuit porque estaba realmente agradecido. También quería contrastar con Estados Unidos, mi país de origen, donde casi 30 millones de personas carecían de seguro médico en 2018 (la cifra oficial más reciente) y millones más cargan con políticas caras y sin compromiso que les obligan a pagar enormes cantidades de dinero de su bolsillo cuando se enferman.
Mañana podré tocar la mejilla de mi esposa y abrazar a mis hijas por primera vez en 30 días. ¿Tengo inmunidad? Probablemente. ¿Ya no estoy infectado? Es muy probable. Pero la verdad es que no lo sabemos con seguridad. Volveré a informar sobre la pandemia, y la muerte y el sufrimiento que conlleva. También volveré a mi principal preocupación, esa otra amenaza existencial que aún se cierne sobre nuestro futuro: la crisis climática.  La historia reconocerá un mundo pre y post-coronavirus, y ahora mismo estamos en la zona de penumbra entre los dos. Las decisiones que tomemos ahora, como individuos y naciones, determinarán si nuestra especie prospera o simplemente sobrevive. 
Y sí, soy afortunado de estar vivo.
Marlowe Hood regresó a casa con su familia el lunes 13 de abril. Está sano y, como casi todo el personal de la AFP en la sede, trabaja a distancia desde su casa. Cuando no está frente a una computadora y con su familia, se le encuentra en la cocina cocinando una tormenta. Todo, según informa, sabe mejor después de COVID-19.
Editado por  Yana Dlugy en París.

Favelas do Rio não têm paz, nem mesmo na pandemia Vista aérea da favela Pavão-Pavãozinho cercada pelos bairros de Copacabana, Ipanema e Lagoa, no Rio de Janeiro, em 22 de maio de 2020, durante a pandemia de coronavírus

Favelas do Rio não têm paz, nem mesmo na pandemia

AFP / MAURO PIMENTELVista aérea da favela Pavão-Pavãozinho cercada pelos bairros de Copacabana, Ipanema e Lagoa, no Rio de Janeiro, em 22 de maio de 2020, durante a pandemia de coronavírus
Os moradores das favelas do Rio de Janeiro lutam para se defender do novo coronavírus, da crise econômica e... dos tiros.
Em meio à pandemia, as operações policiais na "guerra" contra o narcotráfico continuam a tirar vidas e frequentemente interrompem o trabalho humanitário nas comunidades, como a distribuição de alimentos e de produtos de higiene, além das campanhas de prevenção.
Somente em abril, a Polícia do Estado do Rio de Janeiro matou 177 pessoas, 43% a mais do que em abril de 2019, um ano recorde em termos de mortes por agentes do estado: 1.810. Os dados foram divulgados pelo Instituto de Segurança Pública (ISP).
E, em maio, as operações com consequências fatais continuaram.
"Se não morrer de vírus, ou de fome, te matarão com tiros de fuzil, em nome de uma segurança pública que não inclui nosso povo", desabafou o ativista Raull Santiago em suas redes sociais em 15 de maio, quando 13 pessoas foram mortas uma única operação policial no Complexo do Alemão, zona norte do Rio.
A polícia, que apreendeu oito fuzis, afirma que os mortos eram traficantes que os atacaram com armas pesadas.
- Jovem de 14 anos baleado dentro de casa -
Apenas três dias depois, outra morte em uma operação policial ganhou as manchetes: João Pedro Mattos Pinto, um negro de 14 anos, foi baleado na casa de seu avô durante uma operação da Polícia Federal (PF) e agentes de elite da Polícia Civil do Rio de Janeiro em São Gonçalo, cidade da região metropolitana.
Segundo os familiares, os agentes invadiram a residência - onde João Pedro brincava com os primos -, atirando e lançando granadas, supostamente em perseguição a criminosos.
O tiroteio deixou mais de 70 buracos de bala nas paredes, janelas e eletrodomésticos.
A polícia levou o garoto, supostamente para prestar socorro, mas não informou seu paradeiro à família, que recuperou seu corpo mais de 17 horas depois, já no necrotério.
"O governo do estado [do RJ] precisa ter coerência: pede o isolamento social, mas ao mesmo tempo envia o seu braço armado para continuar essas operações, causando aglomeração e movimentos de tensão nessas comunidades", disse à AFP João Luís Silva, membro da ONG Rio de Paz, que estava na casa onde o menino foi baleado e acompanhou a família no funeral, do qual participaram dezenas de pessoas.
AFP/Arquivos / MAURO PIMENTEL(Arquivo) Moradores esperam para receber alimentos distribuídos por uma ONG durante pandemia de coronavírus, na favela Cidade de Deus, zona oeste do Rio de Janeiro, em 7 de abril de 2020
Outros dois jovens negros foram mortos a tiros durante ações policiais nas favelas da Cidade de Deus e da Providência na semana passada, enquanto ONGs locais distribuíam cestas básicas.
Como em muitos outros casos, os policiais alegam que responderam ao ataque de criminosos.
Pelo menos cinco ações sociais foram interrompidas por tiroteios entre 28 de abril e 21 de maio, de acordo com a plataforma Fogo Cruzado, que coleta informações sobre tiroteios na cidade.
O governador Wilson Witzel - criticado por defensores dos direitos humanos por apoiar o uso da força policial mortal - lamentou a morte do adolescente João Pedro e prometeu uma investigação para "responsabilizar os culpados".
Ele também prometeu "ampliar o diálogo" entre a polícia e os líderes comunitários "para evitar a realização de operações de apreensão, ou ações de Inteligência, quando houver grupos que promovam ações sociais e serviços humanitários".
- Política de segurança 'fracassada' -
Para líderes comunitários e estudiosos de segurança do Rio, o problema tem raízes mais profundas.
"A polícia do Rio de Janeiro está insistindo em um tipo de ação de segurança pública que não só é tecnicamente errada e fracassada, mas é muito letal, muito perigosa e muito dolorosa para os moradores da favela e a vida da cidade", afirma a coordenadora geral da Rede de Observatórios de Segurança Pública, Sílvia Ramos.
Para a pesquisadora, este tipo de abordagem que não prioriza o trabalho de Inteligência, "não enfraquece os grupos armados enraizados nas favelas do Rio de Janeiro há muitos anos, pelo contrário, muito frequentemente, depois dessas operações, quando a polícia sai, esses grupos se fortalecem, compram mais armas, mais munições. Impõem seu regime de injustiça e opressão aos moradores".
Isto acaba "brutalizando" a polícia - que também sofre com altos níveis de corrupção em suas fileiras - e quando entra nas favelas "dispara para matar", tirando a vida de criminosos que deveriam ser presos - e não executados -, assim como de inocentes, destaca Ramos.
"Não vamos ver mudanças na política de segurança do Rio de Janeiro enquanto acreditarmos que as 1.810 mortes, se são de criminosos, são aceitáveis", alerta.

EUA rompem os 100 mil mortos | AFP

Maduro estuda aumentar preço da gasolina | AFP

Bolsonaro testa apoio do Centrão em votação que pode custar R$ 22 bi ao governo > Câmara negocia contribuição maior do governo para amenizar corte salarial

Bolsonaro testa apoio do Centrão em votação que pode custar R$ 22 bi ao governo

O presidente da Câmara, Rodrigo Maia (DEM-RJ), anunciou que tem a intenção de votar nesta quinta-feira (28) a Medida Provisória 936, que suspende contratos de trabalho e corta jornadas e salários. O deputado Orlando Silva (PCdoB-SP) apresentou nesta manhã o seu relatório. Leia a íntegra.
Entre as alterações no texto original está a prorrogação das desonerações por dois anos. No entanto, o que causa maior dor de cabeça para o governo é outra mudança, que tem potencial de aumentar em R$ 22 bilhões o custo da iniciativa.
As principais informações deste texto foram enviadas antes para os assinantes dos serviços premium do Congresso em Foco. Cadastre-se e faça um test drive.
O parecer de Orlando Silva mudou o cálculo da compensação dada aos trabalhadores cujo contrato é suspenso ou o salário reduzido, conforme já havia adiantado o Congresso em Foco no dia 29 de abril.
Pelo texto original da MP, o valor de referência é o do seguro-desemprego, cujo teto é de R$ 1813,03. Pelo relatório, passa ser de três salários mínimos (R$ 3.135).
A votação vai ser um teste para a nova base que o presidente Jair Bolsonaro tenta construir. Mesmo parte dos partidos do Centrão, que estão em processo de aproximação com o Palácio do Planalto, indica que votará favoravelmente ao aumento da compensação. O Congresso em Foco  apurou que devem votar a favor da mudança o Solidariedade e o Republicanos, partido do senador Flávio Bolsonaro (RJ), filho do presidente Jair Bolsonaro.
Essa alteração será destacada do texto e votada separadamente. Rodrigo Maia havia trabalhado junto ao relator nesta semana para construir uma solução intermediária e que não fosse adotado o critério de três salários mínimos. No entanto, não houve acordo e o trecho será submetido à análise dos deputados.



Bolsonaro tem rejeição recorde: 43%; base segue em 33%, diz Datafolha Bolsonaro sanciona socorro a estados e veta reajuste para servidor

Bolsonaro tem rejeição recorde: 43%; base segue em 33%, diz Datafolha

A rejeição ao presidente Jair Bolsonaro cresceu no último mês. Atualmente, segundo pesquisa do Datafolha, 43% dos brasileiros consideram o governo ruim ou péssimo. No dia 27 de abril, a taxa era de 38%. 
A aprovação de Bolsonaro segue no mesmo patamar registrado há um mês: 33%. Já os que avaliam o governo como “regular” caíram de 26% para 22%.
Com isso, o que se percebe é uma polarização maior entre os dois extremos, com maior concentração no pólo de rejeição ao presidente. 
De acordo com os dados do Datafolha, essa polarização fica mais evidente nos brasileiros mais ricos, com renda superior a 10 salários mínimos. Esse é o grupo em que Bolsonaro enfrenta a maior rejeição (49%), mas ainda assim mantém taxa de aprovação acima da média (42%). Nesse estrato, apenas 8% avalia a gestão 


do presidente como “regular”. 
Reação ao vídeo da reunião ministerial
A pesquisa Datafolha também mede a reação da população ao vídeo da reunião ministerial do dia 22 de abril, divulgada por ordem do ministro Celso de Mello. Segundo o instituto, 37% dos eleitores acham que Bolsonaro nunca se comporta de forma adequada. Em abril essa taxa era de 28%.
Acham que Bolsonaro nunca se comporta de forma adequada ao cargo 37% dos entrevistados, ante 28% há um mês.

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Ao Planalto, deputados criticam proposta de Guedes e veem drible no teto com mudança no Fundeb Governo quer que parte do aumento na participação da União no Fundeb seja destinada à transferência direta de renda para famílias pobres

Para ajudar a educação, Políticos e quem recebe salários altos irão doar 30% do soldo que recebem mensalmente, até o Governo Federal ter f...