Rajoy elige a Aguirre y a Cristina Cifuentes como candidatas para Madrid
Carlos E. Cué
Madrid
La presidenta del PP de Madrid será la cabeza de cartel a la alcaldía
de la capital, mientras que la delegada del Gobierno optará a la
Comunidad. La decisión acaba con las aspiraciones de Ignacio González a
ser candidato autonómicoRajoy prescinde de González y pone a Cifuentes de candidata para Madrid
Esperanza Aguirre logra su sueño de pelear por la alcaldía de la capital
Ignacio González atribuye a una "campaña orquestada" no ser candidato
Cristina Cifuentes
como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid. El líder del
PP deja fuera a Ignacio González, actual presidente regional. Rajoy
coloca además a Esperanza Aguirre
como candidata al Ayuntamiento, lo que supone un agravio aún mayor para
González, ya que ambos fueron las figuras clave del PP de Madrid en los
últimos años.
González, que hace unas semanas se daba por seguro candidato, ha intentado en los últimos días convencer a Rajoy, denunciando una conspiración contra él que incluía según su versión chantajes policiales por un ático en Estepona. González también ha tenido que dar explicaciones por el pago de primas a jueces a través de la empresa privada Indra. Finalmente, Rajoy sí cambió lo que tenía pensado antes de Navidades y ha decidido excluir a González.
Tras conocer la decisión, Ignacio González ha lamentado que una
"campaña orquestada en estas últimas semanas haya condicionado la
decisión sobre la candidatura" del PP a la Presidencia autonómica,
informa Efe. Fuentes del Gobierno regional han indicado que González ha
expresado su compromiso de seguir trabajando hasta las elecciones con la
"misma dedicación y entrega" que en los últimos años.
Fuentes del Ejecutivo de Rajoy señalan que “se trata de traer aire nuevo al partido”, en referencia a Cifuentes, y añaden que “era difícil mantener a González con todo el incendio de casos sospechosos a su alrededor”. Varias personas cercanas al presidente han maniobrado en los últimos meses para evitar que González fuera el candidato, aunque hasta hace pocas semanas Rajoy no parecía sensible a esas presiones. En los últimos días todo cambió y el PP se daba por muerta la candidatura de González, aunque él lo ha intentado todo hasta el final apelando a la injusticia que en su opinión supone dejarle caer por un asunto en el que ni siquiera está imputado porque no se ha constatado que exista delito. González y Rajoy chocaron con dureza en 2008, pero después el presidente de Madrid se fue acercando a la dirección nacional sobre todo a través de María Dolores de Cospedal, muy cercana a él, y evitó todo conflicto con Rajoy. Por el contrario, Aguirre, que dejó a González al frente de la Comunidad cuando decidió dimitir, sí ha mantenido una gran tensión con Rajoy, que solo se ha reducido en los últimos meses cuando ha mantenido la prudencia porque esperaba ser nombrada candidata a la alcaldía.
Aguirre sobrevive así y vuelve al primer plano de la política a pesar de que, como se ha encargado de recordar González en los últimos días, ella era la responsable máxima del PP madrileño y del Gobierno cuando se produjeron todos los escándalos de los últimos años en Madrid, entre ellos el caso del espionaje a rivales internos del partido. Ella fue también quien eligió como mano derecha a Francisco Granados, ahora en la cárcel. Y con ella en el poder creció la red Gürtel, con Madrid y Valencia como epicentros.
Rajoy ha optado por Cifuentes, una apuesta de partido sin grandes problemas ni escándalos a sus espaldas, aunque algunos dudan de su tirón electoral, nunca probado. Cifuentes y Aguirre eran las mejor colocadas en las encuestas manejadas por Pedro Arriola, aunque ambas con resultados muy bajos.
Esperanza Aguirre: Es la “lideresa”. No hay otra para los votantes del PP. Una política que, profundamente liberal, es capaz de arrastrar al electorado más conservador. Es a la única que le perdonan que se equivoque y hasta la aplauden. Abandonó la presidencia de la Comunidad de Madrid en septiembre de 2012 por una enfermedad. Se retiró para no volver. Pero regresó sin dar explicaciones. No importa. Se lo perdonan.
González controlaba el partido en Madrid y está por ver cómo
reaccionará a este agravio, aunque los dirigentes consultados están
convencidos de que con Rajoy en La Moncloa con mayoría absoluta el
presidente de Madrid no está en condiciones de montar ninguna rebelión y
toda la estructura del partido se pondrá con el nuevo poder.
En el PP algunos señalan que la elección de Gabilondo en el PSOE, un catedrático intachable sin ningún escándalo a sus espaldas, ha influido también en la decisión de no poner a González, puesto que de lo contrario la campaña de los socialistas habría sido muy sencilla.
En cualquier caso Rajoy sí ha asumido el riesgo de poner a Aguirre, que sí arrastra todos los escándalos del PP de Madrid, que controla desde 2004. Ni siquiera el incidente que mantuvo en plena Gran Vía con agentes de movilidad, precisamente unos funcionarios que dependerían de ella si llegara a ser alcaldesa, ha convencido a Rajoy para que busque otra opción para una plaza clave.
Algunas personas cercanas al presidente señalan que no poner a Aguirre tenía más costes que ponerla para Rajoy. Si, como dicen las encuestas internas, el PP sufre una enorme caída y no logra gobernar, suya será la responsabilidad y su carrera política podría acabar ahí. Si logra gobernar, Rajoy habrá conservado una plaza clave. De lo contrario, si ponía a un candidato más suyo, como Cifuentes o cualquier otro, sería Rajoy el que asumiría cualquier derrota en la más simbólica de las plazas del PP, tan importante que llevó a José María Aznar en 2003 a sacar a Alberto Ruiz Gallardón de la Comunidad para no perderla. Ahora Aguirre hace un camino similar al del eterno rival político, y mientras él ya ha dejado la política, ella amagó con hacerlo pero vuelve al primer plano sobreviviendo a todos.
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Mariano Rajoy optó finalmente por González, que hace unas semanas se daba por seguro candidato, ha intentado en los últimos días convencer a Rajoy, denunciando una conspiración contra él que incluía según su versión chantajes policiales por un ático en Estepona. González también ha tenido que dar explicaciones por el pago de primas a jueces a través de la empresa privada Indra. Finalmente, Rajoy sí cambió lo que tenía pensado antes de Navidades y ha decidido excluir a González.
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Fuentes del Ejecutivo de Rajoy señalan que “se trata de traer aire nuevo al partido”, en referencia a Cifuentes, y añaden que “era difícil mantener a González con todo el incendio de casos sospechosos a su alrededor”. Varias personas cercanas al presidente han maniobrado en los últimos meses para evitar que González fuera el candidato, aunque hasta hace pocas semanas Rajoy no parecía sensible a esas presiones. En los últimos días todo cambió y el PP se daba por muerta la candidatura de González, aunque él lo ha intentado todo hasta el final apelando a la injusticia que en su opinión supone dejarle caer por un asunto en el que ni siquiera está imputado porque no se ha constatado que exista delito. González y Rajoy chocaron con dureza en 2008, pero después el presidente de Madrid se fue acercando a la dirección nacional sobre todo a través de María Dolores de Cospedal, muy cercana a él, y evitó todo conflicto con Rajoy. Por el contrario, Aguirre, que dejó a González al frente de la Comunidad cuando decidió dimitir, sí ha mantenido una gran tensión con Rajoy, que solo se ha reducido en los últimos meses cuando ha mantenido la prudencia porque esperaba ser nombrada candidata a la alcaldía.
Aguirre sobrevive así y vuelve al primer plano de la política a pesar de que, como se ha encargado de recordar González en los últimos días, ella era la responsable máxima del PP madrileño y del Gobierno cuando se produjeron todos los escándalos de los últimos años en Madrid, entre ellos el caso del espionaje a rivales internos del partido. Ella fue también quien eligió como mano derecha a Francisco Granados, ahora en la cárcel. Y con ella en el poder creció la red Gürtel, con Madrid y Valencia como epicentros.
Rajoy ha optado por Cifuentes, una apuesta de partido sin grandes problemas ni escándalos a sus espaldas, aunque algunos dudan de su tirón electoral, nunca probado. Cifuentes y Aguirre eran las mejor colocadas en las encuestas manejadas por Pedro Arriola, aunque ambas con resultados muy bajos.
Dos corrientes divergentes del PP
Cristina Cifuentes: La actual delegada del Gobierno en Madrid ocupa el ala más progresista del Partido Popular en Madrid. Nunca ha ocultado, por ejemplo, que es partidaria de la ley de plazos del aborto o que se siente republicana y liberal. Su gestión al frente de la Delegación del Gobierno ha cosechado muchos aplausos entre sus votantes porque ha mantenido una actitud firme frente a las manifestaciones violentas.Esperanza Aguirre: Es la “lideresa”. No hay otra para los votantes del PP. Una política que, profundamente liberal, es capaz de arrastrar al electorado más conservador. Es a la única que le perdonan que se equivoque y hasta la aplauden. Abandonó la presidencia de la Comunidad de Madrid en septiembre de 2012 por una enfermedad. Se retiró para no volver. Pero regresó sin dar explicaciones. No importa. Se lo perdonan.
En el PP algunos señalan que la elección de Gabilondo en el PSOE, un catedrático intachable sin ningún escándalo a sus espaldas, ha influido también en la decisión de no poner a González, puesto que de lo contrario la campaña de los socialistas habría sido muy sencilla.
En cualquier caso Rajoy sí ha asumido el riesgo de poner a Aguirre, que sí arrastra todos los escándalos del PP de Madrid, que controla desde 2004. Ni siquiera el incidente que mantuvo en plena Gran Vía con agentes de movilidad, precisamente unos funcionarios que dependerían de ella si llegara a ser alcaldesa, ha convencido a Rajoy para que busque otra opción para una plaza clave.
Algunas personas cercanas al presidente señalan que no poner a Aguirre tenía más costes que ponerla para Rajoy. Si, como dicen las encuestas internas, el PP sufre una enorme caída y no logra gobernar, suya será la responsabilidad y su carrera política podría acabar ahí. Si logra gobernar, Rajoy habrá conservado una plaza clave. De lo contrario, si ponía a un candidato más suyo, como Cifuentes o cualquier otro, sería Rajoy el que asumiría cualquier derrota en la más simbólica de las plazas del PP, tan importante que llevó a José María Aznar en 2003 a sacar a Alberto Ruiz Gallardón de la Comunidad para no perderla. Ahora Aguirre hace un camino similar al del eterno rival político, y mientras él ya ha dejado la política, ella amagó con hacerlo pero vuelve al primer plano sobreviviendo a todos.
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