Travesía al continente blanco En route vers le continent blanc

 

Travesía al continente blanco



Por Vitoria VELEZ




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Pájaros sobrevuelan el buque brasileño Ary Rongel frente a la Antártida, el 4 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Pájaros sobrevuelan el buque brasileño Ary Rongel frente a la Antártida, el 4 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

ESTACION COMANDANTE FERRAZ (Antártida), 17 de abril de 2014 - Son más de las seis de la tarde pero aún hay luz. Imponentes glaciares y montañas cubiertas de nieve se levantan por primera vez ante mis ojos, revelando los primeros contornos del paisaje con el que sueño hace días, meses, años.
Una bandada de petreles del Cabo sobrevuela el barco de apoyo oceanográfico de la Marina brasileña Ary Rongel, dando la bienvenida a los 82 tripulantes y nueve periodistas que hemos partido hacia el continente blanco.

El buque oceanográfico brasileño Ary Rongel (AFP / Vanderlei Almeida)
El buque oceanográfico brasileño Ary Rongel (AFP / Vanderlei Almeida)

La presencia de periodistas a bordo no es novedosa, pero esta es la primera vez que la prensa y la tripulación conviven tanto tiempo juntas: dos semanas exactas. Durante este tiempo, tenemos que adaptarnos a la rutina y a los horarios de los militares y ellos, acostumbrados a cumplir órdenes sin cuestionarlas, a nuestra curiosidad constante.
El viaje comienza en avión desde mi ciudad natal, la tropical Río de Janeiro, hasta Punta Arenas, en el extremo sur de Chile. Desde allí partimos en travesía marítima hacia el sur, por el Estrecho de Magallanes, pasando por los canales chilenos hasta llegar al archipiélago de las Shetlands del Sur.

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El buque hace este viaje cada año, para llevar provisiones y personal a la estación brasileña Comandante Ferraz, situada en la isla Rey Jorge. También iremos a bases pertenecientes a otros países, situadas a algunas horas de navío de Comandante Ferraz, para hacer visitas y levantar científicos brasileños y material que están allí.
La parte más difícil de estos 1.600 km de viaje marítimo, que completamos en cuatro días, es la travesía del turbulento Mar de Drake, un tramo de unos 1.000 km entre el extremo sur de América del Sur y la Península Antártica, en donde el buque literalmente “surfa” olas de hasta 10 metros de altura.

Pinguinos delante de la base Comandante Ferraz, el 10 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Pinguinos delante de la base Comandante Ferraz, el 10 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Después de casi dos días navegando en el Drake, punto de encuentro de los océanos Atlántico y Pacífico, finalmente hemos llegado a la Antártida.
Respiro profundo y admiro el paisaje, tan diferente de la exuberante vegetación de la selva tropical atlántica a la que estoy habituada. Pero el aire es tan frío que duele respirar, y me hace toser y toser. Mis manos, sin guantes para poder escribir lo que veo, comienzan a congelarse.

El buque Ary Rongel frente a la base argentina de Camera, el 8 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
El buque Ary Rongel frente a la base argentina Teniente Cámara, el 8 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Es preciso preparar el cuerpo para el rigor del clima. Ropas especiales, botas polares y lentes de esquí son imprescindibles para evitar el congelamiento y los daños a la retina a raíz del reflejo del sol en tanta blancura. Pero caminar, correr, subir y bajar con tanta ropa no es fácil, sobre todo para quien precisa cargar su propio equipo, como el fotógrafo brasileño Vanderlei Almeida o la camarógrafa francesa Marion Lippmann, mis colegas de la AFP que me acompañan.
En la Antártida, uno aprende que la naturaleza es soberana, y que respetar sus reglas es esencial. Ella decide si nos quedamos o partimos y a los lugares a los que podemos ir, independientemente de la tecnología o los recursos de los que disponemos.

La base Comandante Ferraz, vista desde el memorial a los soldados fallecidos, el 10 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
La base Comandante Ferraz, vista desde el memorial a los soldados brasileños fallecidos (AFP / Vanderlei Almeida)

La temperatura del agua, en torno a los 0ºC, por ejemplo, puede transformar una caída en un riesgo de vida. Los altoparlantes del navío nos recuerdan todos los días que el rescate debe ser realizado en hasta 90 segundos, antes de que el cuerpo comience a presentar señales de congelamiento fatales.
Cuando el viento sopla a más de 30 nudos (unos 55 km/h), debemos permanecer a bordo porque es peligroso volar en helicóptero o navegar en bote, únicas formas de dejar el Ary Rongel. Y el clima cambia muy rápido. En un único día, puede haber sol, luego lluvia y finalmente, nieve.

Después de una tormenta de nieve, el 13 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Después de una tormenta de nieve, el 13 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

En el continente blanco, el ser humano deja de ser rey y se convierte en súbdito. Es preciso paciencia, observación y sentido de la oportunidad, como aprenden los científicos brasileños en el entrenamiento que reciben antes de embarcar.
Lección de humildad
La fuerza primitiva del mar de Drake, que marea e impresiona hasta a los navegantes más experimentados, las restricciones impuestas por el clima y la presencia de animales como pingüinos, focas y ballenas, que no se intimidan con la presencia humana, reiteran todo el tiempo que es preciso respeto para entrar en este mundo diferente.

La base peruana Machupicchu, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
La base peruana Machupicchu, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Aquí la vida es dura para todos: para los miles de científicos de todo el mundo que permanecen unos meses haciendo investigaciones de campo, y para los habitantes de pequeños poblados como Villa las Estrellas, donde viven 64 chilenos, incluidos varios niños con sus maestros y hasta un agente bancario, y que pasan hasta dos años sometidos a temperaturas de entre 0ºC y -40ºC.
Vivir en la Antártida, aunque solo sea temporariamente, exige adaptación, cooperación y dejar de lado un sinnúmero de comodidades que consideramos normales. Cada espacio de las naves y las bases es aprovechado y dividido, y en tierra también se necesita seguir una disciplina militar.

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Allí, todos están subordinados al jefe de la base. Hay horarios para todo, cada uno tiene tareas diarias que cumplir, salir solo está prohibido. Los almacenes carecen de muchos productos habituales en las ciudades y hasta tomar un simple baño puede ser una tarea compleja, sobre todo para los investigadores que están acampados.
Cientos de científicos brasileños residen durante meses en la Antártida en el verano austral, entre noviembre y marzo, llevando a cabo investigaciones sobre el medio ambiente, y especialmente sobre fenómenos glaciares con impactos en el clima regional y mundial, así como sobre las interacciones entre el hielo polar y la selva amazónica.

La base Comandante Ferraz vista desde el buque Ary Rongel, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
La base Comandante Ferraz vista desde el buque Ary Rongel, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Entre las aplicaciones prácticas de sus estudios están una planta resistente al frío que puede revelar secretos que permitirán congelar materia viva, y un alga tóxica que permitirá quizás desarrollar un poderoso insecticida.
Estas investigaciones ayudan a develar los misterios del último territorio intocado del planeta, un continente de superlativos que alberga cerca de 70% da agua dulce de la Tierra y que se especula conserva riquezas minerales inestimables.

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El Tratado Antártico dedica el continente helado enteramente a la paz y a la cooperación científica internacional y prohíbe la explotación de minerales con fines comerciales. Solo permite unas pocas actividades económicas como el turismo controlado. El documento está en vigor hasta 2048, cuando los países presentes en la Antártida deberán decidir sobre su futuro.
Contemplando los glaciares con sus diferentes tonos de azul y los pingüinos papúa que se equilibran en los icebergs de la bahía ubicada frente a la base brasileña Comandante Ferraz, me pregunto qué reservará la humanidad para estas tierras del extremo sur del planeta: ¿preservación o depredación?

En 1972, el científico francés Jacques Yves Cousteau instaló este esqueleto de ballena jorobada delante de la base brasileña Comandante Ferraz, como monumento contra el exterminio de especies animales en el siglo 20 (AFP / Vanderlei Almeida)
En 1972, el científico francés Jacques Yves Cousteau instaló este esqueleto de ballena jorobada en los alrededores de la base brasileña Comandante Ferraz, como monumento contra el exterminio de especies animales en el siglo XX. Cuarenta y dos años más tarde, sigue ahí (AFP / Vanderlei Almeida)

Base militar china en la Isla del Rey Jorge, el 13 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Base china en la Isla del Rey Jorge, el 13 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Una trabajadora de la base chilena Presidente Eduardo Frei habla por teléfono móvil, el 13 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Una trabajadora de la base chilena Presidente Eduardo Frei habla por teléfono móvil (AFP / Vanderlei Almeida)

Ejercicio anti-incendio a bordo del buque Ary Rongel, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Ejercicio anti-incendio a bordo del buque Ary Rongel, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

La Antártida vista desde el buque Ary Rongel, el 4 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
La Antártida vista desde el buque Ary Rongel, el 4 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Pinguino frente a la base argentina de Camera, el 8 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Pingüino frente a la base argentina Teniente Cámara, el 8 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

La base rusa de Bellingshausen, en la Antártida, el 11 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
La base rusa de Bellingshausen, en la Antártida, el 11 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

La iglesia ortodoxa de la base rusa de Bellingshausen (AFP / Vanderlei Almeida)
La iglesia ortodoxa de la base rusa de Bellingshausen (AFP / Vanderlei Almeida)

Vitoria Velez es periodista en la oficina de la AFP en Río de Janeiro.

17/04/2014 - 16:39  

En route vers le continent blanc


Par Vitoria VELEZ


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Des oiseaux marins volent au-dessus du navire brésilien Ary Rongel en Antarctique, le 4 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Des oiseaux marins volent au-dessus du navire brésilien Ary Rongel en Antarctique, le 4 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

STATION COMANDANTE FERRAZ (Antarctique), 17 avril 2014 – Il est six heures du soir passé et il fait encore jour. D’imposants glaciers et des montagnes couvertes de neige se dressent pour la première fois sous mes yeux, révélant les premiers contours de ce paysage dont je rêve depuis des jours, des mois, des années.
Un vol de pétrels du Cap passe au-dessus de l’Ary Rongel, navire de soutien océanographique de la marine brésilienne, comme pour souhaiter la bienvenue aux 82 membres d’équipage et aux neuf journalistes en route vers le continent blanc.

Le navire océanographique de la marine brésilienne Ary Rongel, au mouillage près de l'île du Roi George le 10 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Le navire de la marine brésilienne Ary Rongel, au mouillage près de l'île du Roi George (AFP / Vanderlei Almeida)

La présence de reporters à bord du bateau n’est pas une nouveauté. Mais c’est la première fois que la presse et les marins cohabitent aussi longtemps à bord: deux semaines. Nous devons nous adapter à la routine et aux horaires des militaires. Ces derniers, habitués à exécuter les ordres sans discuter, doivent s’adapter à notre curiosité permanente.
Le voyage commence par un vol depuis ma ville natale, Rio de Janeiro la tropicale, jusqu’à Punta Arenas, à l’extrême-sud du Chili. De là, l’Ary Rongel emprunte le détroit de Magellan et les canaux chiliens qui serpentent à travers la Terre de Feu avant de mettre le cap sur les Shetland du Sud, archipel du continent Antarctique où plusieurs pays entretiennent des bases scientifiques.

Si vous ne parvenez pas à visualiser cette vidéo correctement, cliquez ici.

Le navire effectue cette traversée une fois par an, pour ravitailler et relever le personnel de la station brésilienne Comandante Ferraz, sur l’île du Roi George. Nous nous rendrons également sur d’autres bases appartenant à d’autres pays pour y effectuer des visites de courtoisie ou récupérer des scientifiques brésiliens et du matériel se trouvant sur place.
La partie la plus difficile de ce périple maritime de 1.600 kilomètres, c’est la traversée du turbulent passage de Drake, large d’environ mille kilomètres entre le sud de l’Amérique du Sud et la Péninsule Antarctique. Dans ces eaux qui séparent l’Atlantique du Pacifique, l’Ary Rongel affronte des vagues de jusqu’à dix mètres de haut.

Manchots sur un iceberg face à la base Comandante Ferraz, le 10 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Manchots sur un iceberg face à la base Comandante Ferraz, le 10 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Et puis, après deux jours de mer éprouvants, nous voici finalement en vue de l’Antarctique. Je respire un grand coup et j’admire le paysage, si différent de l’exubérante végétation tropicale à laquelle je suis habituée. L’air est si froid que j’ai du mal à respirer. Je n’arrête pas de tousser. Mes mains, sans gants pour pouvoir noter sur mon carnet ce que je vois, commencent à geler.
Ici, il faut protéger soigneusement son corps contre la rigueur du climat. Vêtements spéciaux, bottes polaires et lunettes de ski sont indispensables pour éviter les engelures et les lésions oculaires provoquées par les reflets du soleil sur les immenses étendues blanches. Mais marcher, courir, monter et descendre ainsi accoutrée n’est pas une mince à faire. Surtout pour ceux qui doivent, en plus, transporter un lourd équipement professionnel, comme le photographe brésilien Vanderlei Almeida et la reporter vidéo française Marion Lippmann qui m’accompagnent.

Arrivée à la base argentine Teniente Cámara, le 8 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Arrivée à la base argentine Teniente Cámara, le 8 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

En Antarctique, on apprend vite que la nature est souveraine et qu’il est essentiel de respecter ses règles.  C’est elle qui décide si nous partons vers les lieux où nous voulons aller ou bien si nous restons là où nous sommes. La technologie, les équipements dont nous disposons n’y changent rien.
Par exemple, l’eau, dont la température frise les zéro degrés, est un danger mortel en cas de chute par-dessus bord. Tous les jours, les haut-parleurs sur le navire nous rappellent que si un tel accident venait à se produire, le sauvetage devrait avoir lieu dans les 90 secondes, faute de quoi le corps commencerait à présenter des signes de congélation fatals.

Mémorial aux soldats brésiliens morts en mission sur la base Comandante Ferraz, le 10 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Mémorial aux soldats brésiliens morts en mission sur la base Comandante Ferraz, le 10 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Un vent qui souffle à plus de trente nœuds, soit 55 km/h, nous condamne à rester à bord. Trop dangereux d’utiliser l’hélicoptère ou le canot, seuls moyens de quitter d’Ary Rongel pour aller sur terre. La météo change à une vitesse vertigineuse. En une seule journée, il peut faire un temps radieux, pleuvoir et finalement se mettre neiger.
Sur le continent blanc, l’être humain cesse d’être roi et devient sujet. La patience, le sens de l’observation et de bons réflexes sont des qualités nécessaires ici, comme l’apprennent les scientifiques brésiliens pendant l’entraînement qu’ils reçoivent avant d’embarquer.
Une leçon d’humilité.

Après une tempête de neige sur l'île du Roi George, le 13 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Après une tempête de neige sur l'île du Roi George, le 13 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

La puissance brute du passage de Drake, qui impressionne les navigateurs les plus expérimentés et leur donne le mal de mer, les restrictions imposées par le climat et la présence d’animaux comme les manchots, les phoques et les baleines, que n’intimide pas la présence de l’homme, nous rappellent sans cesse qu’il faut pénétrer dans ce nouveau monde avec respect.
La vie est dure pour tous ici. Pour les milliers de chercheurs venus du monde entier qui passent quelques mois à réaliser des expériences de terrain, ou encore pour les habitants de ces petites communautés, comme Villa las Estrellas, où vivent 64 Chiliens. On trouve quelques enfants ici, avec leurs maîtres d’école, et même un banquier. Ils passent jusqu’à deux ans sur la base, soumis à des températures allant de 0 à -40 degrés.

Si vous ne parvenez pas à visualiser cette vidéo correctement, cliquez ici.

Vivre en Antarctique exige un fort sens de l’adaptation et de la vie en communauté, et un esprit spartiate. Dans les bâtiments, chaque espace compte. Une discipline de style militaire est de rigueur. Tous sont placés sous l’autorité du chef de la base. Il y a des horaires pour tout. Chacun se voit assigner un lot de corvées quotidiennes à accomplir. Sortir seul à l’extérieur est strictement interdit. Les entrepôts ne contiennent que les denrées nécessaires à une vie basique, et des actes qui sont simples ailleurs, comme prendre un bain, peuvent se révéler incroyablement compliqués.
Plusieurs centaines de scientifiques brésiliens résident en Antarctique pendant l’été austral, entre novembre et mars. Ils étudient l’environnement et, tout particulièrement, les phénomènes glaciaires pouvant avoir un impact sur le climat de la région et du monde, ou les interactions entre les glaces polaires et la forêt amazonienne. Ils s’intéressent, par exemple, aux plantes résistant au froid qui pourraient révéler des secrets sur la façon de congeler la matière vivante, ou encore aux algues toxiques susceptibles, un jour, d’être utilisées comme un puissant insecticide naturel.

La base péruvienne de Machupicchu, sur l'île du Roi George, le 7 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
La base péruvienne de Machupicchu, sur l'île du Roi George, le 7 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Leurs recherches aident à dévoiler les mystères encore nombreux de ce dernier territoire vierge sur la Terre, qui renferme 70% de l’eau douce présente sur la planète et dont le sous-sol pourrait héberger des richesses minérales inestimables. Le traité de l’Antarctique, signé en 1958, fait du continent glacé un sanctuaire de paix entièrement dédié à la coopération scientifique internationale, et prohibe l’exploitation minière. Seules quelques activités économiques, comme le tourisme contrôlé, y sont autorisées. Le traité est en vigueur jusqu’en 2048. A cette date, les pays présents en Antarctique devront décider de l’avenir du continent.
Tout en contemplant les glaciers avec leurs différents tons de bleu, et les manchots papous qui jouent aux équilibristes sur les icebergs dans la baie face à la base brésilienne, je me demande quel sort réservera l’humanité à ces terres situées à l’extrême sud du monde. Préservation ou déprédation ?

La base brésilienne Comandante Ferraz vue depuis l'Ary Rongel, le 7 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
La base brésilienne Comandante Ferraz vue depuis l'Ary Rongel, le 7 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Ce squelette de baleine à bosse avait été installé en 1972 par le commandant Jacques-Yves Cousteau près de la base brésilienne Comandante Ferraz, pour rappeler l'extermination des espèces animales au 20e siècle (AFP / Vanderlei Almeida)
Ce squelette de baleine à bosse avait été installé en 1972 par le commandant Cousteau près de la base brésilienne Comandante Ferraz, pour rappeler l'extermination des espèces animales au 20e siècle. Quarante-deux ans plus tard, il est toujours là (AFP / Vanderlei Almeida)

Base chinoise sur l'île du Roi George, le 13 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Base chinoise sur l'île du Roi George, le 13 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Sur la base chilienne Presidente Eduardo Frei, le 13 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Sur la base chilienne Presidente Eduardo Frei, le 13 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Exercice anti-incendie à bord de l'Ary Rongel, le 7 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Exercice anti-incendie à bord de l'Ary Rongel, le 7 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

L'Antarctique vue depuis l'Ary Rongel, le 4 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
L'Antarctique vue depuis l'Ary Rongel, le 4 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Un manchot devant la base argentine Teniente Cámara, le 8 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Un manchot devant la base argentine Teniente Cámara, le 8 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

La base russe de Bellingshausen, le 11 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
La base russe de Bellingshausen, le 11 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

L'église orthodoxe de la base russe de Bellingshausen, le 11 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
L'église orthodoxe de la base russe de Bellingshausen, le 11 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Des touristes embarquent à bord d'un avion chilien après avoir passé quatre heures sur la base Presidente Eduardo Frei, le 14 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)
Des touristes embarquent à bord d'un avion chilien après avoir passé quatre heures sur la base Presidente Eduardo Frei, le 14 mars 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Vitoria Vélez est journaliste au bureau de l'AFP à Rio de Janeiro.


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