Cataluña celebra entre protestas el aniversario del referéndum de independencia
AFP / Josep LAGO
Una bandera
independentista catalana gigante junto a una pancarta rezando "1-0, Ni
olvido ni perdón" en Sant Julià de Ramis, cerca de Girona (España), el 1
de octubre de 2018
Grupos de independentistas catalanes cortaron este
lunes carreteras y vías de tren en el aniversario del referéndum de
autodeterminación ilegal celebrado hace un año en esta región española
entre fuertes cargas policiales.Basándose en esa votación, impulsada por el entonces presidente Carles Puigdemont y en la que según su ejecutivo dos millones de personas apostaron por la secesión, el 27 de octubre se proclamó una república que nunca se llegó a aplicar.
"Hoy hace un año que votamos independencia (...) Pasamos a la acción", recordó en Twitter la cuenta de los Comités de Defensa de la República, asociaciones radicales que reclaman la ruptura inmediata con España.
Sus diferentes asociaciones repartidas por toda la región cortaron por sorpresa la línea ferroviaria de alta velocidad entre Barcelona y Francia, distintas autopistas y también algunas calles de la capital catalana.
Las movilizaciones deben continuar a lo largo del día, con una marcha al mediodía de universitarios, que convocaron una huelga para recordar el referéndum, y una manifestación independentista por la tarde en Barcelona que "se haga efectivo el deseo de la mayoría del pueblo de Cataluña".
"Los CDR aprietan y hacen bien en apretar", reaccionó el presidente catalán Quim Torra desde Sant Julià de Ramis, el pequeño pueblo donde hace un año tenía que votar Puigdemont pero se lo impidió la llegada de la policía que cargó contra los electores.
"Tenemos que actuar las próximas semanas con la misma determinación" que el 1 de octubre, insistió, cuando la acción de su gobierno empieza a generar tensión con los independentistas más radicales.
El sábado, la policía regional dependiente de su propio gobierno cargó fuertemente contra una manifestación independentista que intentaba llegar a un acto para homenajear a los agentes enviados hace un año por Madrid para evitar el referéndum.
- En proceso de distensión -
La votación del año anterior supuso el momento de máxima tensión entre Barcelona y Madrid tras años de auge del independentismo en esta región de 7,5 millones, dividida a partes iguales sobre la secesión.
A pesar de la prohibición explícita de la justicia y el envío de miles de policías por parte del gobierno español, los dirigentes independentistas tiraron adelante esta votación con la colaboración de miles de ciudadanos anónimos.
Con órdenes de incautar el material electoral, los agentes policiales cargaron con mucha contundencia contra las decenas de electores que se concentraban frente a los puntos de votación.
Las imágenes dieron la vuelta al mundo pero, a diferencia de lo que esperaba Puigdemont, no sirvieron para ganar apoyos internacionales y cuando se declaró la independencia semanas después, ningún país la reconoció.
AFP / Sonia GONZALEZ
La crisis política en Cataluña
El gobierno español del conservador Mariano Rajoy
destituyó al ejecutivo regional y disolvió el Parlamento mientras la
justicia imputaba por rebelión a los dirigentes catalanes, que marcharon
al extranjero o entraron en prisión, donde todavía hay nueve de ellos a
la espera de juicio.Un año después, la tensión ha decaído especialmente tras la llegada al poder español del socialista Pedro Sánchez, partidario de buscar una salida dialogada a la crisis catalana.
Las reuniones entre ambos ejecutivos son frecuentes aunque les separa un escollo por ahora insalvable: los independentistas exigen un referéndum de autodeterminación vinculante que Sánchez, con un exiguo apoyo en el Congreso español, no contempla.
Torra combina este acercamiento con un discurso exaltado, llamando constantemente a la movilización ciudadana si bien su gobierno no ha presentado ninguna estrategia para alcanzar la independencia.
Entierros en masa en Indonesia tras el sismo y el tsunami
AFP / BAY ISMOYO
Varios cuerpos son
transportados hasta una fosa común antes de la ceremonia fúnebre por las
víctimas del sismo y el tsunami en Palu, en la isla indonesia de
Célebes, el 1 de octubre de 2018
Voluntarios indonesios excavaron este lunes una fosa
común para enterrar a las cientos de víctimas del sismo y el tsunami que
azotó la isla indonesia de Célebes, mientras los socorristas trataban
de sacar a más supervivientes de entre los escombros. Ante la amplitud de la catástrofe, que causó al menos 844 muertos y 48.000 desplazados, según un último balance este lunes de la agencia de gestión de desastres, el gobierno indonesio solicitó ayuda internacional.
Decenas de agencias humanitarias y de oenegés se brindaron para dar asistencia al país, pero el envío de ayuda a la zona resulta complicado porque numerosas carreteras están cortadas y los aeropuertos dañados.
"No tenemos mucha comida. Sólo pudimos tomar lo que teníamos en casa. Y necesitamos agua potable", declaró a la AFP Samsinar Zaid Moga, una mujer de 46 años.
"Lo más importante son las tiendas, porque ha llovido y hay muchos niños aquí", añadió su hermana, Siti Damra.
AFP / Jewel SAMAD
Un superviviente intenta recuperar objetos entre los escombros en Palu, el 1 de octubre de 2018
Oxfam "prevé aportar ayuda a, potencialmente, 100.000
personas", alimentos instantáneos, equipos de purificación del agua y de
tiendas, indicó Ancilla Bere, una responsable de esa oenegé en
Indonesia. Pero "el acceso es un gran problema", destacó el director del programa de Save The Children, Tom Howells. "Las organizaciones de ayuda y las autoridades locales se esfuerzan por alcanzar varias comunidades alrededor de Donggala, donde se prevé que habrá grandes daños materiales y posibles pérdidas de vidas humanas a gran escala", explicó.
El presidente indonesio Joko Widodo autorizó la ayuda internacional de urgencia y las autoridades declararon un estado de emergencia de 14 días.
La mayoría de las víctimas se registraron en Palu, una ciudad de 350.000 habitantes en la costa occidental de la isla de Célebes, según la agencia de gestión de desastres.
AFP / Jewel SAMAD
Un hombre descansa entre
restos de construcción, mientras otros intentan recuperar sus enseres,
cuatro días después del terremoto y el tsunami que golpearon la ciudad
de Palu, en la isla indonesia de Célebes, el 1 de octubre de 2018
En Poboya, en la colinas que rodean Palu, voluntarios
empezaron a enterrar a las víctimas en una gigantesca fosa común, con
capacidad para 1.300 cuerpos. Tres camiones cargados de cadáveres envueltos en bolsas naranjas, amarillas y negras, llegaron al lugar, constató un periodista de la AFP. Uno por uno, fueron colocados en la fosa y recubiertos de tierra.
En Balaroa, un barrio periférico de Palu con una zona residencial, los daños fueron catastróficos. La zona se transformó en un terreno baldío cubierto de árboles arrancados, bloques de hormigón, restos de tejado y trozos de muebles.
Sobre el terreno, los equipos de rescate trabajaban contrarreloj para hallar supervivientes y sacarlos de entre los escombros.
El lunes, los socorristas rebuscaban entre los restos del hotel Roa Roa, donde se cree que entre 50 y 60 personas podrían haber quedado sepultadas. De momento, salvaron a dos personas en ese lugar, según una fuente oficial.
Muchos habitantes siguen buscando a sus allegados, desaparecidos, en los hospitales o en las morgues improvisadas.
- Más de mil presos evadidos -
Según funcionarios del gobierno, unos 1.200 presos escaparon de tres cárceles de la región.
En un centro de detención de Palu, construido para acoger a 120 personas, la mayoría de sus 581 detenidos salieron cuando los muros se derrumbaron. En la cárcel de Donggala se produjo un incendio, que parece que fue provocado por los propios prisioneros, y sus 343 detenidos huyeron.
"Se asustaron cuando supieron que el terremoto había sacudido fuertemente Donggala", según Sri Puguh Utami, una funcionaria del ministerio de la Justicia. "Los responsables de la cárcel negociaron con los detenidos para permitirles ir a informarse sobre la situación de sus familias. Pero algunos de los detenidos no tuvieron suficiente paciencia y prendieron fuego".
AFP / BAY ISMOYO
Una familia transporta un ataúd en Palu el 30 de septiembre de 2018
En el momento del sismo, había 71 extranjeros en Palu,
la mayoría de los cuales están siendo repatriados, según la portavoz de
la agencia de gestión de catástrofes, Sutopo Purwo Nugroho.Indonesia, un archipiélago de 17.000 islas e islotes que se encuentra en el Cinturón de Fuego del Pacífico, es uno de los países del mundo más propensos a sufrir desastres naturales.
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