La UE busca parar a los foráneos en origen ante la crisis migratoria
Lucía Abellán
Bruselas
Bruselas ofrecerá más recursos a países como Túnez, Sudán o Egipto para que controlen mejor sus fronterasLa UE busca parar a los foráneos en origen para atajar la crisis migratoria
Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE han decidido "al menos duplicar el presupuesto"
Lucía Abellán
Bruselas
23 ABR 2015 - 23:16 CEST
La Unión Europea ofreció este jueves el primer plan concreto para
intentar contener la llegada de inmigrantes del sur y mejorar el
salvamento marítimo de aquellos que sufren un naufragio. Presionados por
el drama del barco que se hundió con entre 700 y 900 personas a bordo
en su ruta hacia Italia la semana pasada, los jefes de Estado y de
Gobierno se reunieron de urgencia y adoptaron un compromiso que combina
medidas de solidaridad con otras que en el fondo tratan de mantener las
tragedias alejadas de Europa. Bruselas ofrecerá más recursos a países
como Túnez, Sudán o Egipto para que controlen mejor sus fronteras y
eviten que los inmigrantes accedan a los puertos del Mediterráneo.
La diplomacia europea sabe que, sin resolver los conflictos de África y Oriente Próximo, la única manera de contener los flujos de extranjeros es taponar las vías de salida. Por eso los líderes acordaron dar más dinero a varios Estados africanos para que supervisen las rutas que conducen principalmente a Libia, el punto de partida de la mayoría de los barcos. Las entradas irregulares provenientes de esa zona se triplicaron con creces en 2014, según datos de Frontex, la agencia europea de fronteras, hasta superar las 170.000.
Consciente de que ese ritmo no va a remitir a corto plazo, la UE
decidió como mínimo triplicar el presupuesto destinado a las operaciones
de vigilancia —aunque hacen salvamento marítimo cuando detectan algún
barco en situación de naufragio— en el Mediterráneo. La propuesta de
multiplicar por tres los recursos, planteada por el presidente de la
Comisión Europea, Jean-Claude Juncker,
recibió el apoyo de todos los Estados miembros. En el caso de Tritón,
la operación que vigila las costas italianas, ese incremento supone
aproximarse a los nueve millones de euros mensuales. “En el caso de
Alemania, puedo decir que, si los fondos no bastan, tendremos que hablar
de ello otra vez. El dinero no debería ser un problema en esto”,
aseguró la canciller alemana, Angela Merkel, en una muestra del giro que
ha dado Alemania en esta materia.
Esa solidaridad, respaldada también por otros países anteriormente críticos con el despliegue de barcos en el Mediterráneo, encerraba algún elemento envenenado. El primer ministro británico, David Cameron, comprometió una cantidad inusitada de activos (dos patrulleras, un helicóptero y 30 expertos), pero con un requisito ineludible: “Por supuesto, bajo las condiciones correctas. Que la gente a la que rescatemos sea trasladada al país seguro más próximo, probablemente Italia, y no tenga derecho inmediato a pedir asilo en Reino Unido”, declaró ante la prensa. Cameron repitió este argumento en la reunión de líderes, aunque ninguno llegó a reprochárselo, explican fuentes comunitarias.
Con las imágenes frescas de los inmigrantes que han sobrevivido a los últimos naufragios, los jefes de Estado y de Gobierno no han querido enfrentarse en Bruselas. Por eso pactaron un texto moderado que, aun así, supone un paso adelante respecto de la situación actual. Los líderes se comprometieron a acometer un programa piloto para acoger a refugiados de los que ahora están en campos de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, y que podrán vivir en Europa al menos hasta que la situación de sus países —principalmente de Siria— mejore. El borrador de la declaración del Consejo cifraba en 5.000 los refugiados que la UE debería reasentar y en el encuentro se elevó la propuesta hasta 10.000. Finalmente, los líderes rebajaron su nivel de ambición en este terreno y renunciaron a fijar la cifra, aunque dejaron constancia de que todos los Estados deben participar en este proyecto (ahora no ocurre así). “El programa será voluntario y se concretará en las próximas semanas”, respondió Juncker al final del encuentro.
Europa ha mostrado hasta ahora una escasa solidaridad en este terreno y en 2014 acogió a 7.600 personas bajo ese programa, según datos de Eurostat, la agencia estadística comunitaria.
Para aceptar todas estas medidas de apertura, los países de la línea más escéptica respecto a una mayor acogida han impuesto algunos requisitos. Uno de ellos consiste en acelerar las devoluciones de todos aquellos inmigrantes que salen de sus países por lo que Bruselas considera razones económicas. Es decir, no huyen de ningún conflicto y, por tanto, no tienen derecho a reclamar asilo en territorio comunitario. Para ese colectivo, el Consejo Europeo prevé poner en marcha un programa de retorno rápido que los devuelva a los países que los acepten. El programa deberían diseñarlo los Estados más expuestos (es decir, Italia, Malta, Grecia y España) y sería coordinado por Frontex. En la práctica, el compromiso puede ser más retórico que real. La UE ya tiene programas de retorno rápido, con vuelos especialmente fletados para devolver a inmigrantes y cuya organización coordina Frontex.
Los países miembros emiten órdenes de expulsión a unas 250.000 personas cada año, según datos de esa agencia comunitaria. Fuentes diplomáticas aseguran que se trata de hacer que todos ellos tomen el vuelo de regreso, algo que no siempre ocurre. Para tratar los desafíos del fenómeno migratorio, los líderes anunciaron también una cumbre en Malta con la Unión Africana “en los próximos meses”.
Ante la magnitud del desafío, la Comisión Europea ha decidido adelantar al 13 de mayo su propuesta sobre un nuevo modelo de política migratoria, que incluirá una mejora de las vías legales para acceder al continente. Los jefes de Estados y de Gobierno deberán discutirla en junio.
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La diplomacia europea sabe que, sin resolver los conflictos de África y Oriente Próximo, la única manera de contener los flujos de extranjeros es taponar las vías de salida. Por eso los líderes acordaron dar más dinero a varios Estados africanos para que supervisen las rutas que conducen principalmente a Libia, el punto de partida de la mayoría de los barcos. Las entradas irregulares provenientes de esa zona se triplicaron con creces en 2014, según datos de Frontex, la agencia europea de fronteras, hasta superar las 170.000.
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Esa solidaridad, respaldada también por otros países anteriormente críticos con el despliegue de barcos en el Mediterráneo, encerraba algún elemento envenenado. El primer ministro británico, David Cameron, comprometió una cantidad inusitada de activos (dos patrulleras, un helicóptero y 30 expertos), pero con un requisito ineludible: “Por supuesto, bajo las condiciones correctas. Que la gente a la que rescatemos sea trasladada al país seguro más próximo, probablemente Italia, y no tenga derecho inmediato a pedir asilo en Reino Unido”, declaró ante la prensa. Cameron repitió este argumento en la reunión de líderes, aunque ninguno llegó a reprochárselo, explican fuentes comunitarias.
Con las imágenes frescas de los inmigrantes que han sobrevivido a los últimos naufragios, los jefes de Estado y de Gobierno no han querido enfrentarse en Bruselas. Por eso pactaron un texto moderado que, aun así, supone un paso adelante respecto de la situación actual. Los líderes se comprometieron a acometer un programa piloto para acoger a refugiados de los que ahora están en campos de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, y que podrán vivir en Europa al menos hasta que la situación de sus países —principalmente de Siria— mejore. El borrador de la declaración del Consejo cifraba en 5.000 los refugiados que la UE debería reasentar y en el encuentro se elevó la propuesta hasta 10.000. Finalmente, los líderes rebajaron su nivel de ambición en este terreno y renunciaron a fijar la cifra, aunque dejaron constancia de que todos los Estados deben participar en este proyecto (ahora no ocurre así). “El programa será voluntario y se concretará en las próximas semanas”, respondió Juncker al final del encuentro.
Europa ha mostrado hasta ahora una escasa solidaridad en este terreno y en 2014 acogió a 7.600 personas bajo ese programa, según datos de Eurostat, la agencia estadística comunitaria.
Para aceptar todas estas medidas de apertura, los países de la línea más escéptica respecto a una mayor acogida han impuesto algunos requisitos. Uno de ellos consiste en acelerar las devoluciones de todos aquellos inmigrantes que salen de sus países por lo que Bruselas considera razones económicas. Es decir, no huyen de ningún conflicto y, por tanto, no tienen derecho a reclamar asilo en territorio comunitario. Para ese colectivo, el Consejo Europeo prevé poner en marcha un programa de retorno rápido que los devuelva a los países que los acepten. El programa deberían diseñarlo los Estados más expuestos (es decir, Italia, Malta, Grecia y España) y sería coordinado por Frontex. En la práctica, el compromiso puede ser más retórico que real. La UE ya tiene programas de retorno rápido, con vuelos especialmente fletados para devolver a inmigrantes y cuya organización coordina Frontex.
Los países miembros emiten órdenes de expulsión a unas 250.000 personas cada año, según datos de esa agencia comunitaria. Fuentes diplomáticas aseguran que se trata de hacer que todos ellos tomen el vuelo de regreso, algo que no siempre ocurre. Para tratar los desafíos del fenómeno migratorio, los líderes anunciaron también una cumbre en Malta con la Unión Africana “en los próximos meses”.
Ante la magnitud del desafío, la Comisión Europea ha decidido adelantar al 13 de mayo su propuesta sobre un nuevo modelo de política migratoria, que incluirá una mejora de las vías legales para acceder al continente. Los jefes de Estados y de Gobierno deberán discutirla en junio.
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