Los rebeldes pierden el control del noreste de Alepo
AFP / Nazeer al-Khatib
Unos pacientes sirios
esperan al lado de una caravana convertida en una clínica dental móvil
que ofrece atención a los cientos de miles de personas que viven en la
región de Azaz, en el campo de refugiados de Rayan, Alepo, el 15 de
noviembre de 2016
En el consultorio en el que atiende a diario a
numerosos desplazados sirios cerca de la frontera turca, el dentista
Muhanad Kabtur apenas se puede mover: su clínica es una caravana.Este sirio de 36 años no cuenta las horas en esta clínica móvil en la que atiende a algunas de las 350.000 personas que habitan en el sector de Azaz, una región rebelde de la provincia de Alepo devastada por la guerra.
Nada que ver con el ritmo de su consultorio en Azaz antes de que estallase la guerra, en 2011. Entonces los pacientes llegaban a una hora precisa y les dedicaba unos 45 minutos a cada uno, con la posibilidad de tomarse descansos.
Frente a la caravana, una veintena de personas, en su mayoría mujeres y niños, esperan su turno. Entran uno por uno. La asistente de Muhanad Kabtur anota el nombre de cada uno.
Con una túnica blanca, el dentista cuenta chistes para distender el ambiente, sobre todo a los niños que acuden algo temerosos.
AFP / Nazeer al-Khatib
Muhanad Qabtur, un
dentista sirio, muestra su equipo de operaciones dentro del vehículo
convertido en una clínica dental móvil, que ofrece sus servicios en la
región de Azaz, en el campo de refugiados de Rayan, Alepo, el 15 de
noviembre de 2016
Una de las primeras pacientes que se instala en la silla de color verde claro es una niña con un velo floreado.A pesar de las condiciones de trabajo, Kabtur dice estar contento de ofrecer cuidados gratuitos a víctimas civiles del conflicto, que ha causado más de 300.000 muertos y ha obligado a más de la mitad de la población a abandonar su hogar, generando una grave crisis humanitaria.
"Habría podido emigrar y vivir tranquilamente, como hicieron otros médicos, pero decidí permanecer aquí para vivir y morir en mi país", dice. "Quería ayudar a mis compatriotas, que me necesitan".
Antes de la apertura del consultorio en octubre, con la ayuda de la Asociación de Doctores Independientes (ADI), que le paga un salario mensual, y de la ONG Barada, Kabtur ofrecía sus servicios en un sillón ambulante.
Su caravana lleva como logo un diente blanco rodeado de un círculo verde. En su interior hay material moderno, como en una clínica normal.
AFP / Nazeer al-Khatib
Muhanad Qabtur, un
dentista sirio, atiende a una paciente en la caravana convertida en una
clínica dental móvil, que ofrece sus servicios en la región de Azaz, en
el campo de refugiados de Rayan, Alepo, el 15 de noviembre de 2016
Cada día recibe de media a más de una decena de pacientes para simples consultas o actos de cirugía dental.Kabtur ofrece consultas en el campo de Al-Rayan, donde hallaron refugio miles de desplazados, pero también en otros campos de la zona de Azaz.
"Ayudo a personas que viven en condiciones terribles", afirma el dentista, padre de dos niñas. "Es lo mínimo que podía hacer, ayudar a gente que son como de mi familia".
"No pienso en lo que me va a suceder después de la guerra. Quiero que esta guerra se termine, pero de momento quiero curar a la gente con los medios disponibles", dice. "Es mi única ambición".
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