El hastío de los trabajadores migrantes a cuatro años del Mundial de Catar. La justicia española se opone al primer sindicato de trabajadoras sexuales


El hastío de los trabajadores migrantes a cuatro años del Mundial de Catar

AFP/Archivos / -Trabajadores en una obra de construcción del estadio internacional de Khalifa en Doha, el 18 de noviembre 2018
Ojor y Raju, dos albañiles, hacen una pausa para el almuerzo. Están sentados en la acera cerca de un bello edificio de Doha que ayudaron a construir, y reviven su experiencia en Catar a cuatro años del Mundial de Fútbol.
"Cometí un error al venir aquí", dice Ojor, de 22 años originario de Nepal. "He pedido tanto dinero prestado al banco (para gastos de contratación) que no me queda nada".
Raju, un bangladesí de 39 años, vestido de un overol azul, está de acuerdo. Ambos ganaban el salario mínimo mensual de 750 riyales catarís (180 euros).
"Nunca volveré", dice con una sonrisa, mientras menciona el final de su contrato dentro de unos meses.
- Crítica y reforma -
Desde que Sepp Blatter, expresidente de la FIFA, anunció que Catar acogería la Copa del Mundo de fútbol en 2022, el país está bajo la lupa.
Las condiciones del gran número de trabajadores migrantes, muchos de Asia, llama particularmente la atención.
Estos trabajadores inflaron la población de Catar que pasó de 1,63 millones de personas cuando Blatter hizo el anuncio el 2 de diciembre de 2010 a los 2,74 millones actuales.
AFP/Archivos / -Dos trabajadores en una obra de construcción del estadio internacional de Khalifa en Doha, el 18 de noviembre 2018 
Los sindicatos, los defensores de derechos humanos y hace poco, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de Naciones Unidas se asociaron para cuestionar el sistema de contratación de Catar, conocido como "Kafala". o apadrinamiento, que pone a los trabajadores extranjeros a merced de sus empleadores.
Mientras, estalló una disputa internacional sobre el número de muertos en las obras de construcción de la Copa del Mundo, estimados en más de 1.200 personas. Esta cifra fue rechazada rotundamente por el Comité Organizador.
Doha se ha visto obligado a reformar el salario mínimo y la protección salarial así como a eliminar de manera parcial el visado de salida que obligaba a los trabajadores migrantes a obtener la autorización de sus jefes para salir del país.
Se espera que más de 12.000 trabajadores empleados en las obras de construcción de la Copa del Mundo reciban un reembolso de 52 millones de riyales por haberse visto obligados a pagar tasas de contratación ilegales para venir a Catar, dijo el Comité Organizador.
Esta semana, la OIT felicitó las reformas introducidas por Catar.
- Espejismo -
Sin embargo, la Copa del Mundo, que inicia exactamente en cuatro años, el 21 de noviembre de 2022, parece como un espejismo para los albañiles y sus colegas.
"Esperaba que la Copa del Mundo me asegurase una buena seguridad y empleo", explica Mukesh, un nepalés de 23 años. "Pero nos dijeron que de aquí a 2021, no quedará nadie aquí".
Trabaja 10 horas al día, gana tres riyales (0,80 centavos de dólar) por cada hora extra y no se arrepiente de estar en el Golfo.
"En casa no hacemos nada, aquí ganamos dinero", dice.
AFP/Archivos / -Vista de una de las obras de la Copa Mundial en Doha, el 18 de noviembre de 2018
Fan de fútbol, quiere ver a su héroe Cristiano Ronaldo en 2022 y sueña con apoyar a Portugal.
"Pero no creo que los trabajadores puedan ver los partidos", dice, sonriente.
Son pocos los trabajadores que no oyeron hablar de las campañas internacionales en su nombre. Sin embargo, se quejan de que siguen pagándoles mal o con retraso y del coste de la vida.
Uno de ellos es Prince, un agente de seguridad nigeriano de 31 años. "Quiero ahorrar para ir a Estados Unidos", dice.
"No me gusta la vida que tengo aquí, hago lo mismo todos los días, es difícil y no hay fiestas ni mucho más". "No tenemos derecho a hacer nada aquí", lamenta.
Por su parte, Arnold, un filipino que vive en Catar desde 2009, estima que "nueve años, es suficiente

La justicia española se opone al primer sindicato de trabajadoras sexuales

AFP/Archivos / Lluis GeneConcha Borrell (I), secretaria general de la organización de trabajadoras sexuales (OTRAS), y Sabrina Sánchez, secretaria general de la asociación Aprosex, hablan a los medios en Barcelona, el 31 de agosto de 2018
La justicia española anunció este miércoles su oposición a la creación del primer sindicato de trabajadoras del sexo en el país, que en agosto había recibido la luz verde de la administración a espaldas del gobierno socialista.
El alto tribunal de la Audiencia Nacional anuló los estatutos de este sindicato bautizado Organización de Trabajadoras Sexuales (OTRAS), indicó en un comunicado sobre esta sentencia firmada el lunes.
El tribunal juzgó que no se puede admitir un sindicato para defender a personas con "actividades que, por su naturaleza, no pueden ser objeto de un contrato de trabajo válido como es la prostitución por cuenta ajena".
Autorizar este sindicato supondría, a criterio del tribunal, "reconocer como lícita la actividad del proxenetismo", ilegal en España.
El sindicato OTRAS había argumentado que no solo agrupa a prostitutas, sino también a actores porno o personas dedicadas al sexo telefónico. Pero según el tribunal, el hecho de no excluir a las personas dedicadas a la prostitución conlleva su "ilegalidad manifiesta".
Las promotoras del sindicato anunciaron que recurrirán la sentencia pero le restaron importancia, asegurando que los estatutos eran provisionales y que su anulación no les impedirá "seguir trabajando".
El sábado, sin ir más lejos, celebrarán en Barcelona su primer congreso para definir su organización y sus líneas de acción con afiliadas de toda España.
Además, defendieron el derecho de las prostitutas a sindicarse: "En el siglo XIX la hostelería no era sindicable, la minería no era sindicable, la industria no era sindicable. Para eso nacieron los sindicatos", manifestó ante la prensa su secretaria general Concha Borrell.
La creación del sindicato provocó en agosto el sonrojo del ejecutivo de Pedro Sánchez, que incluso reaccionó al mismo estando en plena gira por Latinoamérica.
El sindicato OTRAS había recibido a principios de mes el visto bueno administrativo de la dirección general del Ministerio de Trabajo y su registro fue publicado en el diario oficial.
Pero tres semanas más tarde, tras las vacaciones estivales, el gobierno tuvo conocimiento del asunto e inició los trámites para anularlo.
"Me han colado un gol por la escuadra y eso cuando uno está en política e intenta ser responsable con lo que tiene entre manos es muy duro", dijo entonces la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, que aseguró haberse llevado uno de los disgustos "más gordos" de su vida.
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