AFP / str
Un policía bengalí ayuda a
evacuar a una persona herida en el ataque contra un restaurante de
Daca, capital de Bangladés, el 1 de julio de 2016
Hombres armados mataron a veinte personas en un
restaurante en Daca, en una toma de rehenes reivindicada por el grupo
Estado Islámico (EI), que terminó este sábado con nueve italianos, siete
japoneses, una india y un estadounidense muertos.El ataque se prolongó durante once horas y culminó con el asalto de las fuerzas de élite, que dieron muerte a seis secuestradores y rescataron a 13 rehenes, tres de ellos extranjeros. Un séptimo atacante fue capturado vivo, según el ejército.
Los yihadistass habían iniciado el ataque el viernes por la noche en este restaurante ubicado en un barrio exclusivo de la capital de Bangladés, frecuentado por diplomáticos y extranjeros.
AFP / STR
Un policía bengalí herido
en el ataque a un restaurante de Daca, reivindicado por el grupo
yihadista Estado Islámico (EI), evacuado con ayuda de unos compañeros,
el 1 de julio de 2016
El portavoz del gobierno japonés, Yoshihide Suga,
confirmó que siete japoneses murieron en el ataque, cinco hombres y dos
mujeres. "Personal de la embajada confirmó que entre los cuerpos llevados al hospital hay siete japoneses", dijo Suga en una rueda de prensa nocturna en Tokio.
El gobierno de Nueva Delhi confirmó que una estudiante india de 19 años que estudiaba en la universidad de Berkeley, en California, murió en el ataque.
El Departamento de Estado y la Casa Blanca informaron que un ciudadano estadounidense murió en el ataque, sin precisar su identidad.
En la masacre la mayoría de las víctimas murieron por arma blanca. "Encontramos 20 cuerpos. La mayoría murieron brutalmente por armas cortopunzantes", dijo el portavoz militar Nayeem Ashfaq Chowdhury.
Un alto mando militar dijo que todas las víctimas eran extranjeras, pero un portavoz indicó que el balance preciso no está claro.
- Una situación horrenda -
Los atacantes habían irrumpido en el restaurante hacia las 21h20 locales (15h20 GMT) al grito de "Allahu Akbar" (Ala es grande), abriendo fuego y usando explosivos.
AFP / AFP
Bangladés
"Entraron (al restaurante) con explosivos y granadas",
relató a un canal de televisión de Buenos Aires el chef argentino Diego
Rossini, que pudo escapar por el tejado."Tengo mucho miedo, sinceramente. La mitad de los cocineros se metieron en un baño y no tenemos noticias. No sé si están vivos", agregó.
Rossini se alegró de que fuera "un día un poco flojo (con poca clientela)" y no hubiera "tanta gente comiendo en el restaurante". "Pero fue una situación horrenda", insistió.
Tras el asalto de las fuerzas de seguridad, la primera ministra, Sheij Hasina, dijo que el país está "determinado a erradicar el terrorismo" en este país de mayoría musulmana.
"El islam es una religión de paz. Dejen de matar en nombre de la religión", afirmó Hasina horas después en un mensaje televisado, en el que declaró dos días de luto nacional.
El papa Francisco condenó lo ocurrido, calificando los ataques de "actos bárbaros que son ofensas contra Dios y contra la Humanidad", en un telegrama de condolencias enviado a Bangladés.
- El EI reivindica el ataque -
Bangladés sufre desde hace meses una serie de asesinatos de representantes de minorías religiosas, intelectuales y extranjeros, crímenes de los cuales el gobierno acusa a grupos locales, pese a haber sido reivindicados por EI o un brazo local de Al Qaida.
Oficialmente, el gobierno niega que el EI esté implantado en Bangladés, pero este ataque, rápidamente reivindicado por la organización extremista en un comunicado dirigido a la agencia Amaq, hace temer la expansión de estos dos grupos yihadistas en el país.
Las autoridades han prohibido al principal partido islamista presentar candidatos a las elecciones y varios de sus dirigentes fueron arrestados o ejecutados recientemente por el papel que desempeñaron en la guerra de independencia de 1971.
Paralelamente, el mes pasado lanzaron en todo el país una serie de operativos contra los grupos yihadistas locales que acabó con unas 11.000 detenciones.
Varios grupos de defensa de los derechos humanos estiman, sin embargo, que estas detenciones son a menudo arbitrarias o que tienen como objetivo acallar a opositores políticos.
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