Temer se prepara para ser (definitivamente) presidente de Brasil El hasta ahora presidente en ejercicio volcará su gestión en tratar de sacar al país de la recesión económica en la que yace El hasta ahora presidente en ejercicio volcará su gestión en tratar de sacar al país de la recesión económica en la que yace Brasil: carnaval, ministros y héroes Sobre la democracia circense y el rol del Poder Judicial en el gobierno Temer

El destino de Temer podría ser una réplica del calvario de Rousseff si la anunciada recuperación económica sea tan solo un dedo frente al sol de escándalos que aún están por ser destapados. Es aquí donde los Ministros del STF pueden alinearse al clamor de la ciudadanía y seguir depurando la corrupción, o actuar como supra-ciudadanos, en defensa de intereses corporativos o del fisiologismo político que tanto ha castigado la democracia brasileña.



Temer se prepara para ser (definitivamente) presidente de Brasil

El presidente interino de Brasil trata de apartarse del sombrío proceso de 'impeachment' a su predecesora, que hoy afronta en el Senado la sesión final de su juicio político
  • 'Carnaval, ministros y héroes', por Daniel Cerqueira

    Temer se prepara para ser (definitivamente) presidente de Brasil

    El hasta ahora presidente en ejercicio volcará su gestión en tratar de sacar al país de la recesión económica en la que yace


    El presidente interino de Brasil, Michel Temer, al recibir a los atletas de los juegos paralímpicos el lunes 29 de agosto de 2016 EFE
    El lunes, mientras la presidenta apartada del poder Dilma Rousseff se defendía en el senado y respondía uno por uno a los senadores en el juicio político en el que se jugaba su destitución, el presidente en ejercicio Michel Temer, recibía muy sonriente a los atletas olímpicos. Bromeó con ellos y hasta se puso un gorro blanco de los del equipo de wáter-polo. La imagen, algo ridícula, salió el martes reproducida en todos los periódicos de Brasil. Todo estaba calculado: Temer, que será presidente el miércoles a menos que ocurra un milagro en la votación final, trata de apartarse de la última hora del sombrío proceso de impeachment a fin de que su imagen no se resienta y sea capaz de encarnar una nueva era. Su Gobierno tendrá poco tiempo y muchos problemas y se centrará, sobre todo, en sacar al país del hoyo económico en que yace.




    Temer, con el gorro de baño AFP

    Temer afirmó la mañana del gorro de wáter-polo que no había seguido la sesión histórica del senado a la que acudió Rousseff (de la que fue vicepresidente y aliado y ahora es su enemigo político más enconado). “He estado trabajando”, aseguró. Como si la cosa no fuera con él. Dos ejemplos aportados por A Folha de S. Paulo demuestran que no es así: ese día, Temer prometió al senador Roberto Rocha un cargo de director del Banco del Nordeste para convencerle de que no cambiara de opinión –Lula lo había tentado desde el otro lado- y siguiera pensando en votar en contra de Rousseff. Y también ese día telefoneó a una senadora de su propio partido, Rose de Freitas, para llamarla al orden porque, en broma, De Freitas había asegurado minutos antes a un colega que hablaría a favor de Rousseff. Por teléfono, la senadora, con lágrimas en los ojos, prometió a Temer que todo había sido un malentendido y que votaría tal y como estaba acordado.


    Si todo sale como está previsto, Temer, un ex catedrático de Derecho Constitucional sin mucho carisma que ha sido vicepresidente de Rousseff un mandato y medio, será presidente completo el miércoles por la tarde. Dejará de ser presidente interino, cargo que ha ocupado desde el pasado 12 de mayo. Y lo primero que hará después de tomar posesión será, sin perder un minuto, coger un avión e irse a China, a participar en la cumbre del G-20 que se celebra ese fin de semana.
    Hay prisa. El experto y profesor de ciencia Política Fernando Luiz Abrucio considera que Temer ha gozado, durante estos meses de presidencia interina, de cierta complacencia por parte de los mercados, de las agencias de calificación y de los inversores. Pero que esa complacencia era más a la contra, es decir, por constituir un sustituto a Rousseff que por su propia figura. Ahora, desembarazado de la interinidad, sin la sombra del impeachment,Temer deberá acelerar en arbitrar las medidas necesarias para enderezar la maltrecha economía brasileña. O por lo menos es a lo que aspira. “No tendrá mucho tiempo. En 2018 hay elecciones presidenciales y eso acorta radicalmente el plazo para proponer medidas de ajuste impopulares. Deberá implementarlas entre octubre de este año y junio del año que viene”, asegura Abrucio.


    Temer ha gozado, durante estos meses de presidencia interina, de cierta complacencia por parte de los mercados
    Brasil vive la mayor recesión económica en 80 años. El desempleo escala por encima del 11%, el PIB retrocederá este año más allá del 3%, por segundo año consecutivo y la inflación, el talón de Aquiles de la economía brasileña, controlada en épocas anteriores, lleva ya más de un año disparada, por encima del 7%. A favor de Temer juega la (volátil) confianza de los empresarios e inversores y una razón política: él ha asegurado que no va a presentarse a reelección, con lo que estará con las manos libres para llevar a cabo esos ajustes que los economistas juzgan inevitables. Entre ellos se cuenta una reforma de las pensiones y una reforma de las leyes laborales.
    Hasta ahora, el Gobierno interino de Temer, comandado por un ortodoxo ministro de Economía, Henrique Meirelles, no ha operado con toda la contundencia que se esperaba (o que esperaban los mercados). La razón es obvia: con la incertidumbre del proceso de destitución de Rousseff todavía flotando en cualquier decisión política, el país ha vivido una suerte de impasse institucional.
    Thiago Aragão, politólogo cercano a Temer, asegura que a las reformas estructurales como la de las pensiones hay que añadir una ola de privatizaciones. “Es algo que ya se ha venido haciendo en los últimos años, con los Gobiernos del PT, pero que ahora se intensificará más: autovías, aeropuertos, puertos, el mercado de las telecomunicaciones y el de la explotación petrolífera del gran yacimiento de Pre-Sal (yacimiento submarino situado en el litoral del Estado de Río de Janeiro)”, señala Aragão. “Estos dos últimos darán un mensaje muy claro a los inversores de que Brasil se abre a una época nueva”, agrega.


    "No tendrá mucho tiempo. En 2018 hay elecciones presidenciales y eso acorta radicalmente el plazo para proponer medidas de ajuste impopulares"
    Con todo, Temer deberá luchar con una popularidad muy baja, tan baja como la de Rousseff y con un Congreso fragmentado hasta lo inverosímil, poco proclive a adoptar medidas impopulares. Rousseff demostró muy poca mano izquierda para convencer a unos diputados que se reparten en más de 30 formaciones distintas.
    A Temer le persiguen también dos “fantasmas” imprevisibles, a juicio de Abrucio. Uno es la deriva de las investigaciones por el Caso Petrobras, que pueden afectar a miembros del Gobierno. E, inclusive, al propio Temer, que ya ha sido citado por algunos implicados, según algunas publicaciones, al asegurar que el actual presidente brasileño ha recibido donaciones irregulares para campañas electorales. El segundo fantasma es aún más peligroso: el ex presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, del mismo partido que Temer, acusado de corrupción, puede llegar a un acuerdo con los investigadores y contar lo que se supone que sabe a cambio de rebajar la previsible condena. Su delación, según los expertos, pondría el Estado patas arriba. Otra vez.



    ANÁLISIS

    Brasil: carnaval, ministros y héroes

    Sobre la democracia circense y el rol del Poder Judicial en el gobierno Temer





    La inminente destitución parlamentaria de Dilma Rousseff sellará un capítulo tortuoso en la democracia brasileña. Entre los recuerdos del impeachment, pasarán a la posteridad los discursos que han convertido la Cámara de Diputados en un circo chocarrero. Las sesiones del Senado remontarán a un espectáculo menos bufón, cuyo auge tuvo lugar el 26 de agosto. En dicha fecha, Renan Calheiros recordó a los críticos de la casa que preside, que él mismo intervino ante el Supremo Tribunal Federal (STF) para evitar el enjuiciamiento de la senadora petista Gleisi Hoffmann y su esposo, el exministro Paulo Bernardo.


    Dilma Rousseff, durante la sesión del senado el 29 de agosto. REUTERS
    Ante la virtual ratificación de Michel Temer como presidente, surge la pregunta de si su Gobierno bailará al ritmo de la democracia circense o de los escándalos de corrupción que seguirán siendo destapados. El impeachment de Rousseff siempre estuvo marcado por arreglos partidarios, mucho más que el alegado incumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal. Basta con escuchar las intervenciones de los integrantes de la Cámara de Diputados en la traumática sesión del 17 de abril, u observar cómo la base aliada del Gobierno petista cambiaba de posición según el ofrecimiento de ministerios hechos por Lula y Temer en los bastidores del llamado fisiologismo partidario.
    En un contexto de crisis económica y procesos electorales permeables a la corrupción, la fuerza del impeachment osciló al gusto de las órdenes de captura y delaciones contra congresistas, actuales y exministros del Partido de los Trabajadores (PT). No hay mucho secreto en el hecho de que la opinión pública fue conducida a satanizar al PT por la mayor parte de las crisis atravesadas por el país. Ahora que el PT ya no es Gobierno, la continuidad de la operación Lava Jato podría causar un impredecible ciclo de indignación que puede agravarse o mitigarse a partir de dos coyunturas. La primera tiene que ver con el impulso que el Gobierno dará a las reformas previsional y laboral, impopulares para un sector de la población capaz de agregar cientos de miles de personas a eventuales marchas de indignados. La segunda tiene que ver con la solvencia de las actuaciones judiciales en torno a los escándalos de corrupción que alcanzarán, inevitablemente, a nombres de peso del Gobierno Temer.
    Aunque el poder judicial ha demostrado un elevado grado de independencia frente al poder político, no está exento del fenómeno intrínsecamente brasileño descrito por Roberto da Matta en Carnaval, malandros y héroes. Allí, el autor explica que quienes ostentan ciertos cargos públicos tienden a evadirse de las conductas prescritas en leyes aprobadas desde la misma esfera pública. La usurpación del principio de igualdad ante la ley se manifiesta en la reivindicación, deliberada o inconsciente, del status de supra-ciudadanos por parte de detentores de autoridad. Entre los ejemplos recientes de supra-ciudadanía ejercida por el STF, podemos citar los presuntos incidentes de nepotismo en el nombramiento de las hijas de los Ministros Luiz Fux y Marco Aurelio Mello como magistradas, así como el lobby del STF, apoyado por la Procuraduría General de la República (PGR), para que el Congreso apruebe aumentos salariales en beneficio de ambas entidades. De ser aprobados, tales aumentos implicarían un hueco de más de ocho billones de reales en los próximos cuatro años, adicionales al déficit fiscal de 170 billones previsto para 2016.
    Entre las actuaciones que rayan escaramuzas de impunidad frente a la corrupción, han sido particularmente polémicas las críticas del Ministro Gilmar Mendes a los Procuradores de la operación Lava Jato y sus vituperios contra la Ley Ficha Limpia, por la cual candidatos a cargos electivos pueden resultar políticamente inhabilitados. Mendes ha adelantado su opinión en denuncias ante el Tribunal Superior Electoral, presidido por él mismo, en las que Temer podría ser destituido por financiación irregular de su campaña a la vice-presidencia en el 2014. Mientras asociaciones de magistrados y el Colegio de Abogados han condenado la actitud de Mendes, Rodrigo Maia, Presidente de la Cámara de Diputados, ha declarado que las críticas a la operación Lava Jato deben ser debidamente escuchadas.
    El destino de Temer podría ser una réplica del calvario de Rousseff si la anunciada recuperación económica sea tan solo un dedo frente al sol de escándalos que aún están por ser destapados. Es aquí donde los Ministros del STF pueden alinearse al clamor de la ciudadanía y seguir depurando la corrupción, o actuar como supra-ciudadanos, en defensa de intereses corporativos o del fisiologismo político que tanto ha castigado la democracia brasileña.

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