Temer se prepara para ser (definitivamente) presidente de Brasil El hasta ahora presidente en ejercicio volcará su gestión en tratar de sacar al país de la recesión económica en la que yace El hasta ahora presidente en ejercicio volcará su gestión en tratar de sacar al país de la recesión económica en la que yace Brasil: carnaval, ministros y héroes Sobre la democracia circense y el rol del Poder Judicial en el gobierno Temer
El destino de Temer podría ser una réplica del calvario de Rousseff
si la anunciada recuperación económica sea tan solo un dedo frente al
sol de escándalos que aún están por ser destapados. Es aquí donde los
Ministros del STF pueden alinearse al clamor de la ciudadanía y seguir
depurando la corrupción, o actuar como supra-ciudadanos, en defensa de
intereses corporativos o del fisiologismo político que tanto ha
castigado la democracia brasileña.
El presidente
interino de Brasil trata de apartarse del sombrío proceso de
'impeachment' a su predecesora, que hoy afronta en el Senado la sesión
final de su juicio político
El presidente interino
de Brasil, Michel Temer, al recibir a los atletas de los juegos
paralímpicos el lunes 29 de agosto de 2016 FERNANDO BIZERRA JREFE
Temer afirmó la mañana del gorro de wáter-polo que no había seguido
la sesión histórica del senado a la que acudió Rousseff (de la que fue
vicepresidente y aliado y ahora es su enemigo político más enconado).
“He estado trabajando”, aseguró. Como si la cosa no fuera con él. Dos ejemplos aportados por A Folha de S. Paulo
demuestran que no es así: ese día, Temer prometió al senador Roberto
Rocha un cargo de director del Banco del Nordeste para convencerle de
que no cambiara de opinión –Lula
lo había tentado desde el otro lado- y siguiera pensando en votar en
contra de Rousseff. Y también ese día telefoneó a una senadora de su
propio partido, Rose de Freitas, para llamarla al orden porque, en
broma, De Freitas había asegurado minutos antes a un colega que hablaría
a favor de Rousseff. Por teléfono, la senadora, con lágrimas en los
ojos, prometió a Temer que todo había sido un malentendido y que votaría
tal y como estaba acordado.
Si todo sale como está previsto, Temer, un ex catedrático de Derecho Constitucional sin mucho carisma que ha sido vicepresidente de Rousseff un mandato y medio, será presidente completo el miércoles por la tarde. Dejará de ser presidente interino, cargo que ha ocupado desde el pasado 12 de mayo. Y lo primero que hará después de tomar posesión será, sin perder un minuto, coger un avión e irse a China, a participar en la cumbre del G-20 que se celebra ese fin de semana.
Hay prisa. El experto y profesor de ciencia Política Fernando Luiz Abrucio
considera que Temer ha gozado, durante estos meses de presidencia
interina, de cierta complacencia por parte de los mercados, de las
agencias de calificación y de los inversores. Pero que esa complacencia
era más a la contra, es decir, por constituir un sustituto a Rousseff
que por su propia figura. Ahora, desembarazado de la interinidad, sin la
sombra del impeachment,Temer deberá acelerar en arbitrar las medidas necesarias para enderezar la maltrecha economía brasileña.
O por lo menos es a lo que aspira. “No tendrá mucho tiempo. En 2018 hay
elecciones presidenciales y eso acorta radicalmente el plazo para
proponer medidas de ajuste impopulares. Deberá implementarlas entre
octubre de este año y junio del año que viene”, asegura Abrucio.
Temer ha gozado, durante estos meses de presidencia interina, de cierta complacencia por parte de los mercados
Brasil vive la mayor recesión económica en 80 años.
El desempleo escala por encima del 11%, el PIB retrocederá este año más
allá del 3%, por segundo año consecutivo y la inflación, el talón de
Aquiles de la economía brasileña, controlada en épocas anteriores, lleva
ya más de un año disparada, por encima del 7%. A favor de Temer juega
la (volátil) confianza de los empresarios e inversores y una razón
política: él ha asegurado que no va a presentarse a reelección, con lo
que estará con las manos libres para llevar a cabo esos ajustes que los
economistas juzgan inevitables. Entre ellos se cuenta una reforma de las
pensiones y una reforma de las leyes laborales.
Hasta ahora, el Gobierno interino de Temer, comandado por un ortodoxo ministro de Economía, Henrique Meirelles,
no ha operado con toda la contundencia que se esperaba (o que esperaban
los mercados). La razón es obvia: con la incertidumbre del proceso de
destitución de Rousseff todavía flotando en cualquier decisión política,
el país ha vivido una suerte de impasse institucional.
Thiago Aragão, politólogo cercano a Temer, asegura que a las reformas
estructurales como la de las pensiones hay que añadir una ola de
privatizaciones. “Es algo que ya se ha venido haciendo en los últimos
años, con los Gobiernos del PT, pero que ahora se intensificará más:
autovías, aeropuertos, puertos, el mercado de las telecomunicaciones y
el de la explotación petrolífera del gran yacimiento de Pre-Sal
(yacimiento submarino situado en el litoral del Estado de Río de
Janeiro)”, señala Aragão. “Estos dos últimos darán un mensaje muy claro a
los inversores de que Brasil se abre a una época nueva”, agrega.
"No tendrá mucho tiempo. En 2018 hay elecciones
presidenciales y eso acorta radicalmente el plazo para proponer medidas
de ajuste impopulares"
Con todo, Temer deberá luchar con una popularidad muy baja, tan baja
como la de Rousseff y con un Congreso fragmentado hasta lo inverosímil,
poco proclive a adoptar medidas impopulares. Rousseff demostró muy poca
mano izquierda para convencer a unos diputados que se reparten en más
de 30 formaciones distintas.
A Temer le persiguen también dos “fantasmas” imprevisibles, a juicio de Abrucio. Uno es la deriva de las investigaciones por el Caso Petrobras, que pueden afectar a miembros del Gobierno. E, inclusive, al propio Temer, que ya ha sido citado por algunos implicados,
según algunas publicaciones, al asegurar que el actual presidente
brasileño ha recibido donaciones irregulares para campañas electorales.
El segundo fantasma es aún más peligroso: el ex presidente de la Cámara
de Diputados, Eduardo Cunha,
del mismo partido que Temer, acusado de corrupción, puede llegar a un
acuerdo con los investigadores y contar lo que se supone que sabe a
cambio de rebajar la previsible condena. Su delación, según los
expertos, pondría el Estado patas arriba. Otra vez.
ANÁLISIS
Brasil: carnaval, ministros y héroes
Sobre la democracia circense y el rol del Poder Judicial en el gobierno Temer
La inminente destitución parlamentaria de Dilma Rousseff sellará un
capítulo tortuoso en la democracia brasileña. Entre los recuerdos del impeachment, pasarán a la posteridad los discursos que han convertido la Cámara de Diputados en un circo chocarrero. Las sesiones del Senado remontarán a un espectáculo menos bufón, cuyo auge tuvo lugar el 26 de agosto.
En dicha fecha, Renan Calheiros recordó a los críticos de la casa que
preside, que él mismo intervino ante el Supremo Tribunal Federal (STF)
para evitar el enjuiciamiento de la senadora petista Gleisi Hoffmann y
su esposo, el exministro Paulo Bernardo.
Dilma Rousseff, durante la sesión del senado el 29 de agosto. UESLEI MARCELINOREUTERS
Ante la virtual ratificación de Michel Temer como presidente, surge
la pregunta de si su Gobierno bailará al ritmo de la democracia circense
o de los escándalos de corrupción que seguirán siendo destapados. El impeachment
de Rousseff siempre estuvo marcado por arreglos partidarios, mucho más
que el alegado incumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal. Basta
con escuchar las intervenciones de los integrantes de la Cámara de
Diputados en la traumática sesión del 17 de abril, u observar cómo la
base aliada del Gobierno petista cambiaba de posición según el
ofrecimiento de ministerios hechos por Lula y Temer en los bastidores
del llamado fisiologismo partidario.
En un contexto de crisis económica y procesos electorales permeables a la corrupción, la fuerza del impeachment
osciló al gusto de las órdenes de captura y delaciones contra
congresistas, actuales y exministros del Partido de los Trabajadores
(PT). No hay mucho secreto en el hecho de que la opinión pública fue
conducida a satanizar al PT por la mayor parte de las crisis atravesadas
por el país. Ahora que el PT ya no es Gobierno, la continuidad de la
operación Lava Jato podría causar un impredecible ciclo de indignación
que puede agravarse o mitigarse a partir de dos coyunturas. La primera
tiene que ver con el impulso que el Gobierno dará a las reformas
previsional y laboral, impopulares para un sector de la población capaz
de agregar cientos de miles de personas a eventuales marchas de
indignados. La segunda tiene que ver con la solvencia de las actuaciones
judiciales en torno a los escándalos de corrupción que alcanzarán,
inevitablemente, a nombres de peso del Gobierno Temer.
Aunque el poder judicial ha demostrado un elevado grado de
independencia frente al poder político, no está exento del fenómeno
intrínsecamente brasileño descrito por Roberto da Matta en Carnaval, malandros y héroes.
Allí, el autor explica que quienes ostentan ciertos cargos públicos
tienden a evadirse de las conductas prescritas en leyes aprobadas desde
la misma esfera pública. La usurpación del principio de igualdad ante la
ley se manifiesta en la reivindicación, deliberada o inconsciente, del
status de supra-ciudadanos por parte de detentores de autoridad. Entre
los ejemplos recientes de supra-ciudadanía ejercida por el STF, podemos
citar los presuntos incidentes de nepotismo
en el nombramiento de las hijas de los Ministros Luiz Fux y Marco
Aurelio Mello como magistradas, así como el lobby del STF, apoyado por
la Procuraduría General de la República (PGR), para que el Congreso
apruebe aumentos salariales
en beneficio de ambas entidades. De ser aprobados, tales aumentos
implicarían un hueco de más de ocho billones de reales en los próximos
cuatro años, adicionales al déficit fiscal de 170 billones previsto para
2016.
Entre las actuaciones que rayan escaramuzas de impunidad frente a la
corrupción, han sido particularmente polémicas las críticas del Ministro
Gilmar Mendes
a los Procuradores de la operación Lava Jato y sus vituperios contra la
Ley Ficha Limpia, por la cual candidatos a cargos electivos pueden
resultar políticamente inhabilitados. Mendes ha adelantado su opinión en
denuncias ante el Tribunal Superior Electoral, presidido por él mismo,
en las que Temer podría ser destituido por financiación irregular de su
campaña a la vice-presidencia en el 2014. Mientras asociaciones de magistrados y el Colegio de Abogados han condenado la actitud de Mendes, Rodrigo Maia, Presidente de la Cámara de Diputados, ha declarado que las críticas a la operación Lava Jato deben ser debidamente escuchadas.
El destino de Temer podría ser una réplica del calvario de Rousseff
si la anunciada recuperación económica sea tan solo un dedo frente al
sol de escándalos que aún están por ser destapados. Es aquí donde los
Ministros del STF pueden alinearse al clamor de la ciudadanía y seguir
depurando la corrupción, o actuar como supra-ciudadanos, en defensa de
intereses corporativos o del fisiologismo político que tanto ha
castigado la democracia brasileña.
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